Elecciones

«La revolución y la tierra» es una película documental peruana de 2019 dirigida por Gonzalo Benavente Secco sobre la Reforma Agraria de 1969 llevada a cabo en Perú por la dictadura militar, llamada a sí misma "Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada". Narra el fin del régimen de las haciendas y el aparente declive de los señores gamonales. A partir de dicha reforma, millones de personas negras e indígenas que vivían y trabajaban en condición de semiesclavitud, accedieron a la libertad y obtuvieron el derecho a la propiedad.


Nota: para entender el revuelo que ha ocasionado un documental que narra hechos acaecidos hace 52 años durante la reciente campaña electoral y las posteriores elecciones en Perú, conviene leer La decisión de no transmitir ‘La revolución y la tierra’ solo reafirma su mensaje.

Elecciones en Andalucía: algo más de dos millones de ciudadanos no acudieron a las urnas. Tal vez fueran los únicos honrados y abandonaron la plaza pública asustados por la marea que se avecinaba.

¿Quién permaneció entonces en la plaza? Sin dudad alguna los más acérrimos seguidores del PP y PSOE. Son aquéllos a los que no les importa en absoluto cuál sea el programa de gobierno, a los que la corrupción les trae sin cuidado si los ladrones son los "suyos", los que guardan la papeleta de unas elecciones a otras, los que votan ciegos, sordos y mudos...

Pero en Andalucía existe otro espécimen más peligroso y más numeroso que en cualquier otra comunidad autónoma. Hablamos de los "subvencionados", de esos cuya existencia depende casi por entero de la ayuda del Gobierno socialista. Deambulan silenciosos, prestos a recoger las migajas del reparto que se les ofrece y siempre dispuestos al agradecimiento. Treinta años más tarde de su primera victoria, el PSOE ha convertido Andalucía en la región más pobre de España y no solo en términos económicos sino también en aspectos como la educación o la moral política... y ¡vuelven a gobernar!

Tan solo queda dar las gracias al puñado de valientes que decidieron votar a formaciones políticas distintas al PP y PSOE porque son la última esperanza de una democracia corrompida.

Por la importancia de la noticia para quienes no tenemos ninguna intención de votar al PP o al PSOE, reproduzco la noticia aparecida hoy en El Mundo:

La dirección de Unión Progreso y Democracia (UPyD) decidió ayer recurrir ante el Tribunal Supremo (TS) su exclusión del debate celebrado anoche en TVE -al que fueron invitados representantes del PSOE, PP, CiU, PNV e IU-. La portavoz del partido, Rosa Díez, aseguró a este diario desde Málaga que esta decisión es «una auténtica vergüenza» y un «abuso de poder» por parte de la televisión pública y de la Junta Electoral Central (JEC). «Ya no saben qué hacer para taparnos la boca», denunció; «la Junta Electoral ha tomado una decisión injusta a sabiendas. ¿O es que tenemos que escuchar a Bildu y no a UPyD?»

La diputada añadió que esta decisión es «una inmoralidad política, una chapuza jurídica y un atentado contra la pluralidad y contra UPyD». Y por eso estudiará, incluso, pedir responsabilidades penales.

La cadena pública, al emitir el cara a cara del lunes entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, estaba obligada por una sentencia del propio Supremo (en respuesta a un recurso de IU) a emitir otro debate con las demás fuerzas políticas. Y el criterio que usó para no invitar a todos los partidos con representación en el Congreso (13 en total) fue llamar a «los partidos con grupo parlamentario propio». Sin embargo, cursó invitación a un grupo formado por tres partidos (ERC-IU-ICV) y no al Mixto, en el que están seis, incluido UPyD. Seguir leyendo ...

La insistencia de determinados medios de comunicación, en especial de El País, en destacar como fundamental el índice de participación en las elecciones gallegas no deja de ser sorprendente. Un somero repaso a las últimas cuatro convocatorias (1993, 1997, 2001 y 2005) deja en evidencia dicho argumento. En todas ellas se superó la barrera del 60 % y en tres obtuvo el PP la mayoría absoluta. De hecho, en 1993 y 2005 la participación fue prácticamente idéntica, y el PP obtuvo en la primera 11 escaños de ventaja sobre el bipartito (PSOE-BNG) y en la segunda perdió el gobierno.

Actualización (22:15): con el 91,81 % de los votos escrutados, el PP obtendría la mayoría absoluta. ¿Saben cuál ha sido la participación? Nada menos que el 70,35 %, 6 puntos más que en 2005.

En cuanto al País Vasco, los datos son también concluyentes: la abstención no es factor decisivo. El PNV ha sido capaz de formar gobierno con índices de participación que van del 59,69 (1994) al 78,97 % (2001).

Actualización (22:12): el sitio del gobierno vasco donde teóricamente deberíamos poder ver el avance del escrutinio no funciona.

Dejemos una cuestión clara: ningún estudio sobre la abstención es fiable. Al final, lo que cuenta es el número de papeletas válidas en las urnas. Ellas son las que quitan y ponen gobiernos.

Un último apunte: no comprendo por qué, por ejemplo, se ponen tantas trabas a la publicación de encuestas y se permiten artículos como los de El País (Galicia, País Vasco) el mismo día de las elecciones en el sentido de que la abstención pueda favorecer a uno u a otro. Hoy, jornada electoral, los medios no deberían "opinar" sino limitarse a informar. Otros, como El Mundo (Galicia, País Vasco), se anduvieron con menos remilgos y proclamaron sus preferencias hace varios días.

A los medios de comunicación les traicionan sus propios titulares: "El PP arrebata provisionalmente a CiU un escaño gracias al voto exterior". No ganan u obtienen un escaño sino que se lo quitan a CiU con violencia y fuerza, pues ese es el significado del verbo "arrebatar". Ya lo dice el refrán: por la boca muere el pez. En El País, claro.

Nota: El Mundo también comete el mismo error (gracias Julián). Sirva de excusa que, desde hace varios días, no puedo entrar al sitio de dicho periódico. Por motivos que desconozco hasta se queda bloqueado el navegador.

¡12.393.787! Ese es el número de ciudadanos que han faltado a la cita con las urnas. Algo más de la mitad del los que han votado (22.000.927) han decidido abstenerse en la elección de sus representantes municipales y ningún político parece preocuparse por ello. Entre otras funciones, las elecciones cumplen un papel legitimador, revisten al gobernante de autoridad moral para llevar a cabo sus propuestas. Sin embargo, millones de ciudadanos —repita conmigo: millones...— ponen en entredicho dicha autoridad al ausentarse de un acto tan simbólico como el de la elecciones. Aunque la participación política de los ciudadanos no acaba en las elecciones, solo éstas contribuyen a plasmar en su pleno sentido la llamada democracia representativa. Que una parte muy importante del cuerpo electoral las rechace puede deberse a múltiples razones, tal vez difíciles de diagnosticar, pero ello no es óbice para no estudiar el fenómeno abstencionista, y tomar las medidas oportunas. La técnica del avestruz no les servirá a los políticos durante mucho tiempo más: al final su poder devendrá en ilegítimo, legal pero ilegítimo.

Datos elecciones municipales: /www.elecciones.mir.es/locales2007/

Artículos de opinión en la Revista de Prensa.

Por Wifredo Espina periodista y ex director del Centre d’Investigació de la Comunicació.

El panorama es entristecedor. Cada vez hay mayor confusión entre periodismo y política. Y cuando ocurre algún acontecimiento de carácter político relevante, esto se acentúa. Como ahora, ante las elecciones del domingo.

No sólo periódicos solventes toman descaradamente partido, en favor o en contra, de algo o de alguien, sino también muchos periodistas acreditados. Periódicos y periodistas que normalmente se dedican a su labor de informar, explicar y comentar lo que pasa con la mayor objetividad posible, cambian su diapasón profesional cuando acontece o se acerca algún hecho de especial relevancia política. Y eso, por partidismo, intereses económicos o presiones de poder de todo tipo.

El sentido profesional de empresarios de la comunicación y de periodistas queda aparcado para alinearse ciegamente con alguno de los bandos en liza. Y no solo en la expresión de opiniones razonadas y legítimas, sino incluso en la tergiversación de textos informativos y especialmente titulares, mezclando escandalosamente opinión con información, lo que crea una enorme confusión y desinformación en la opinión pública.

La profesionalidad no está reñida con la posible simpatía por grandes tendencias ideológicas, pero lo está totalmente con la militancia partidista y las hipotecas que esto conlleva. O se ejerce de periodista o de político. Cada uno tiene su propio campo y sus normas específicas. Confundir ambos campos, o, lo que es peor, someter la función periodística a los dictados o intereses partidistas, es envilecerse personalmente, envilecer la profesión y traicionar a la opinión pública.

Y si, encima, el propio partidismo político se lleva a la distorsión de textos y titulares, a malévolos silencios o magnificaciones absurdas de las cosas, el descrédito de empresas de comunicación y de periodistas es total. Y contra esto, no valen hermosos códigos deontológicos, ni defensores del lector de adorno, ni inactivos –cómplices- colegios o asociaciones de editores y de periodistas, contra esto solo valen dos cosas: una conciencia profesional responsable e insobornable de cada cual, y el boicot de los lectores, radioyentes y televidentes.

Todo lo demás, cuando el panorama está tan distorsionado, es pura y simplemente música celestial. Y con música celestial no funciona una democracia y unas elecciones no pueden ser democráticas.

A finales de septiembre nadie daba un duro por este partido nacido del hastío que producen los sentimientos patrióticos y nacionalistas de buena parte las elites políticas catalanas. Tanto es así, que el historiador Joan B. Culla i Clarà se permitía el lujo de comparar a su líder con el payaso francés conocido como Coluche (En cueros, 29/09/06). No encontramos en los sesudos comentarios de las semanas siguientes ninguna referencia a Ciutadans hasta que, casi un mes más tarde, Antonio Robles, secretario general de dicho partido, responde a Culla (Un cartel metáfora, 24/10/06). Prácticamente, aquí finaliza la presencia de este nuevo partido en las páginas de la prensa nacional... hasta el día siguiente de las elecciones:

Esa Cataluña de los ciudadanos que se ha hecho oir (Victoria Prego); Paradojas catalanas (Por Xavier Vidal-Folch), aunque en este caso para calificarlo de nacionalista neoespañolista; aún peor lo trata Josep M. Colomer, para quien no le merece ningún comentario su irrupción en el Parlament (La evaporación política del Charnego); tampoco A. Franco repara en exceso al que encasilla como "frontalmente antinacionalista", salvo para indicar que su victoria es claramente un castigo al resto de formaciones (Hacia un tripartito escarmentado); es preciso esperar al artículo de Arcadi Espada para leer un análisis dedicado por completo a Ciutadans (Toma tres, Tevetres); y cierran esta lista, Francesc de Carreras, que se pregunta sobre el futuro de Ciutadans, y Féliz de Azúa (¿Quién teme al ciudadano feroz?).

Se añade hoy a la lista el artículo —Por la puerta de servicio— del profesor de Historia Ferran Gallego quien, a pesar de sus iniciales excusas, rebaja a mera casualidad la incorporación al Parlament del nuevo partido. Fernando Savater, por su parte, se pregunta por qué la irrupción de Ciutadans causa tanta incomodidad «en los profesionales sempiternos de la política» en Lección de ciudadanía.

En todos los medios digitales disponen ustedes de análisis políticos sobre las elecciones al Parlamento de Cataluña, incluido los resultados por escaños. Aquí, haremos otro cálculo, a saber, uno basado en el número de votos. El resultado es claro, ganan ICV-EA y Ciutadans; el primero capta 31.295 votos más que en el año 2003, y el segundo consigue, en su primera participación, 86.000 votos y 3 escaños. El resto pierde votantes a raudales.

Pérdida de votantes respecto a las elecciones de 2003:

  • ERC: 145.056 (un 26,65% menos).
  • PSC: 263.979 (un 25,6 % menos).
  • PP: 90.436 (un 22,98% menos).
  • CiU: 130.974 (un 12,78% menos).

Se le podrán buscar cinco pies al gato y echar la culpa a la abstención, al día elegido o al sursuncorda pero los datos no engañan. Eso sí, mañana todos habrán ganado.

Notas:

  • La diferencia del censo respecto al año 2003 es despreciable pues no llega al 2% la diferencia.
  • Fuente: Eleccions Parlament 2006 (escrutinio al 96,79%).