Hispania

Detalle del mosaico del salón ('triclinium') de la villa romana de Noheda. Forma parte del Cortejo dionisiaco y en él se distinguen centauros, músicos, sátiros y a Sileno, representado como un anciano montado sobre un burro.
Detalle del mosaico del salón ('triclinium') de la villa romana de Noheda. Forma parte del Cortejo dionisiaco y en él se distinguen centauros, músicos, sátiros y a Sileno, representado como un anciano montado sobre un burro.

Al hilo de las últimas noticias sobre la apertura al público del yacimiento denominado Villa de Noheda (Ver Galería de imágenes) y de la posibilidad de consultar los resultados más recientes de la investigaciones, he recordado el trabajo, allá por 2010, del arqueólogo Miguel Ángel Valero Tévar: «La Villa romana de Noheda: avance de los últimos resultados». Por desgracia, tal estudio, disponible hasta hace muy poco en la Red, ha desaparecido. Por ello, he decidido recuperarlo de Web Archive y ponerlo de nuevo a disposición de los internautas.

La Villa romana de Noheda: avance de los últimos resultados

Por Miguel Ángel Valero Tévar

Introducción

El descubrimiento para el mundo científico y para la sociedad en general del conocido como Mosaico de Noheda a finales del 2005, ha generado grandes expectativas, y unas constantes demandas de información. Consideramos, pues, necesario ofrecer un avance sintético, que ponga de manifiesto el alcance de los últimos resultados. Evitaremos profundizar en cuestiones de detalle como el estudio arquitectónico, el análisis de los marmora, la descripción exhaustiva de los pavimentos musivarios, la ornamentación pictórica, la numismática, la cerámica, fauna, etc. Todas ellas serán objeto de otros estudios particularizados. Pero daremos resumida cuenta de todos ellos, pues son elementos imprescindibles para la comprensión e interpretación de los avances que se han realizado en las últimas campañas en el yacimiento que ayudan a valorarlo en su justa medida. Seguir leyendo ...

Lancia, la última ciudad que resistió a los romanos

Los indicios arqueológicos apuntan a que el solar de la antigua ciudad de Lancia estuvo ocupado por un pequeño núcleo en la Edad del Bronce, y en época prerromana fue un poblado astur que contaba con construcciones en adobe, empalizadas, hornos… donde también se localizaron cerámicas y monedas de la cultura íbera.

Tras la conquista de este oppidum (ciudad levantada sobre una colina) que ocupaba unas 30 hectáreas, y la posterior construcción sobre él de un asentamiento romano, el emperador César Augusto ya pudo decir que ninguna ciudad en la provincia más occidental del imperio se resistía a su poder.

Más información en La irreductible aldea gala estaba en León (El País).

Alejo Vera y Estaca: Numancia. 1880 - 1881. Óleo sobre lienzo, 335 x 500 cm. Museo del Prado
Alejo Vera y Estaca: Numancia. 1880 - 1881. Óleo sobre lienzo, 335 x 500 cm. Museo del Prado

Numancia es la ciudad celtibérica más citada en las Fuentes Clásicas, siendo glosada su resistencia y final heroico hasta la exaltación. Desde la perspectiva arqueológica, con el inicio de las nuevas excavaciones en Numancia y la identificación científica de su ubicación, se abría una nueva etapa para el conocimiento de los restos de la mítica ciudad.

La publicación del libro multimedia Numancia: arqueología e historia, que incluye el levantamiento fotogramétrico del yacimiento de Numancia, nos acercan a una de las gestas más importantes de nuestro pasado, que dio origen a la expresión “resistencia numantina”.

Castro de Santa Tecla
Castro de Santa Tecla

Dentro del conjunto de pueblos que habitaban Hispania cuando los romanos llegaron a ella hay un grupo de ellos, los denominados galaicos, que presentan una organización sociopolítica propia que los distingue de los restantes pueblos del área indoeuropea y, por supuesto, de los del área ibera, tanto en época prerromana como en los primeros tiempos de la época romana.

Las fuentes literarias, salvo algunas menciones fragmentarias en el Periplo de Avieno y en otros autores greco-latinos, ofrece poca información sobre el territorio que los romanos denominaron Gallaecia. La arqueología, por contra, nos proporciona un panorama bastante unitario que hace pensar en una cierta uniformidad de todos los pueblos, al mismo tiempo que los identifica y los separa de los demás. A este panorama arqueológico se le conoce como cultura castreña: un hábitat concentrado en núcleos más o menos grandes, que son los castros, habitados por grupos de población que no eran completamente independientes entre sí, sino que había una especie de comunidades más amplias que incluían dentro de ellas a los habitantes de un grupo de castros. Estas comunidades aparecen en las fuentes literarias y en la epigrafía con los nombres de populi y civitates: Albiones, Cabarcos, Cilenos, Interamicos, Límicos, Seurros, Célticos Supertamaricos, etc.

Se cree que este tipo de organización fue sustituido a partir de la segunda mitad del siglo I d.C. por las estructuras político-administrativas romanas porque, entre otras razones, desaparece de la epigrafía la mención a los castros.

Enlace relacionado: e-Castrexo (publicación electrónica para la divulgación de la cultura castreña y galaico-romana).