La decisión de Garzón de inhibirse a favor de los Juzgados de Instrucción de diversas localidades y declarar extinguida la responsabilidad penal de los acusados por su fallecimiento es una muestra de los peligros que acechan a la llamada Memoria Histórica, entre ellos el de convertirse en un instrumento de venganza en lugar de justicia.
Una observación antes de exponer los argumentos en contra de Garzón: criticar tanto su proceder como la de quienes le apoyan no implica situarse en contra de los familiares que buscan reparar el daño ocasionado por el régimen franquista. Más bien al contrario. Tan solo que la justa y deseada reparación histórica no puede provenir de otra injusticia como la que pretendía Garzón. El fin no justifica los medios.
Garzón ha pretendido pasar por encima de la Justicia y el Estado de Derecho yendo incluso contra los intereses de los denunciantes al convertir el procedimiento en una Causa General. Sorprende, no obstante, que desde distintos ámbitos se haya defendido al juez Garzón negando tal arbitrariedad y que algunos incluso hayan ido más lejos al equiparar este caso con otros en los que se investigaron Crímenes contra la Humanidad. En todos ellos los tribunales se limitaron al procesamiento de los reos por los delitos concretos que se denunciaron. Garzón, por contra, pretendía investigar TODAS las muertes y desapariciones ocasionadas por un solo bando durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo, y todo ello desde un único procedimiento. Eso, señores, es una Causa General. Ya solo por ello, dicho juez debería ser apartado de su puesto.
El director de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán, defiende por su parte que «es la investigación judicial la que debe determinar la extinción de la acción penal por fallecimiento de los presuntos responsables, la existencia de otros responsables no identificados y, asimismo, la suerte que corrieron las víctimas y la naturaleza del delito». El propio Garzón le ha respondido en su último auto al «declarar extinguida la responsabilidad penal de los acusados por su fallecimiento». No hacía falta tanta alforja para tan corto viaje.
¿De verdad no sabían los denunciantes y sus abogados que la responsabilidad penal se extingue a la muerte del reo? La confusión llega incluso desde instancias jurídicas e intelectuales: «No es posible que los tribunales españoles hayan asumido su competencia para investigar y perseguir los crímenes más graves de derecho internacional cometidos en Chile, Argentina, Guatemala, China, Ruanda, Irak, Marruecos, Palestina, Austria y Alemania, en cuyas causas ha sostenido la nulidad de las leyes de amnistía o prescripción y se abstengan de investigar crímenes similares cometidos en su propio país". ¿Son conscientes los firmantes del manifiesto que estos procesos condujeron al procesamiento de personas con nombres y apellidos?. Y vivas, cabría añadir. Ni siquiera las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial se atrevieron a tanto: Hitler no fue juzgado por los aliados porque estaba muerto. Tampoco lo fueron los dirigentes nazis que se suicidaron antes de que comenzara el juicio. Aquí, sin embargo, algunos pretenden sentar en el banquillo de los acusados a los muertos para, acto seguido, declararse demócratas (sic).
Para añadir más confusión al asunto, se mencionan asimismo otros procesos supuestamente semejantes como la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) en Argentina, la Comisión de Verdad y Reconciliación o Comisión Rettig (1990) en Chile, la Comisión de la Verdad de la ONU (1992) en El Salvador y la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) de la ONU sobre Guatemala (1997). Se olvidan quienes nos recuerdan tales actuaciones que ninguna de ellas fue un proceso penal sino comisiones creadas ad hoc.
Coincido, no obstante, en ciertas críticas a la actuación del fiscal. En contra de la opinión de éste, y como ya explique en un un artículo anterior, mantengo que Franco y sus secuaces cometieron un delito de lesa humanidad y, por tanto, no están amparados por la Ley de Amnistía.
La pelota en el tejado del Gobierno:
¿A qué espera el Gobierno para desarrollar la Ley de la Memoria Histórica? ¿cuando desarrollará, por ejemplo, lo establecido en el artículo 11 y siguientes (localización e identificación de las víctimas)? ¿acaso solo buscaban la foto? Así parece porque, una vez aprobada, se ha olvidado por completo de ella.
Es obligación del Gobierno reconducir la situación hacia vías administrativas que permitan recuperar los cuerpos de los miles de españoles que aún permanecen enterrados en las cunetas de las carreteras y caminos de este país. Los familiares no tienen por qué convertirse en detectives privados y menos aún pagar a otros por ese trabajo. La obligación del Gobierno es apoyar, ayudar y colaborar con ellos para recuperar los cuerpos de los desaparecidos. Lo escribieron en la Ley pero no lo están cumpliendo. Una y otra vez palabras huecas, promesas incumplidas y esperanzas rotas: ese será el legado de Rodríguez Zapatero a nuestra democracia.
En cuanto a crear una Comisión de Investigación orientada a descubrir lo que sucedió en tan trágicos años, creo que llegan tarde. La Historia ya ha juzgado a Franco y solo desde la mala fe o la ignorancia se puede decir lo contrario.