Orfebrería

Taller milanés; Taller parisino; Toutain, Richard ?: Jarro de cristal con Narciso y Eco, hacia 1555 (Guarnición); 1550 (Vaso).Taller milanés; Taller parisino; Toutain, Richard ?: Jarro de cristal con Narciso y Eco, hacia 1555 (Guarnición); 1550 (Vaso).
Técnica: Cincelado; dorado; esmaltado; fundido; repujado; tallado; engastado.
Material: Cristal de roca / cuarzo hialino; esmalte; oro; plata; rubí.
Dimensiones: Alto: 41,5 cm; Ancho: 16,6 cm; Fondo: 14 cm; Peso: 3308 g; Diámetro de la base: 8,4 cm.
Museo Nacional del Prado (O000077)


Obra destacada de la llamada «Escuela de Fontainebleau» por la importancia y belleza de sus guarniciones, ya se describe entre los objetos que componían el tesoro de los reyes de la Navarra francesa en el inventario de los bienes del castillo de Pau, realizado para la reina Juana III en 1561-1562. En 1601, el inventario de su hijo Enrique IV confirma su presencia entre los bienes reales, ya en París. Consta de cuerpo y boca en cristal de roca y pie y asa en metal. En el asa se aprecian dos figuras de bulto redondo: un joven que se asoma sobra la boca del jarro y una ninfa. Representa el mito de Narciso, con posible lectura emblemática en clave cristiana y moralizante. La obra se perfecciona al llenar el jarro, de modo que el joven parece transformarse en flor contemplando su imagen en el agua, y así, el mito cobra vida.

El mito de Narciso, descrito por Ovidio en su libro III de las Metamorfosis, alude a los peligros de la egolatría, lo que constituye una advertencia para príncipes y poderosos. Narciso, prendado de su propia belleza, es desdeñoso con aquellos que le aman, como la Ninfa Eco, condenada a repetir el final de los sonidos, por lo que es cruelmente rechazada. El joven se enamora de sí mismo al verse reflejado en las aguas de un manantial y es convertido por Némesis, diosa de la venganza, en una flor bella pero sin aroma. Ejemplo de la vanidad y el orgullo, el mito admite una lectura en clave alegórico-cristiana que podría haber sido adecuada en la corte calvinista de la Navarra francesa. La figura femenina del asa puede representar a la ninfa Eco, con los brazos cruzados que denotan impotencia y la boca abierta, a modo de grito al descubrir que ha perdido la voz. La parte inferior del cuerpo femenino que remataba el asa, desaparecida en 1918, consistía en un grueso trenzado en forma de serpientes entrelazadas, que probablemente aludían al adivino Tiresias, quien advirtió crípticamente a la madre de Narciso que éste gozaría de larga vida “si no llega a conocerse”.

Las características de esta obra permiten adscribir sus guarniciones al entorno de los plateros Toutain, considerándola obra posible de Richard Toutain el joven. El aguamanil se asienta sobre un pie acampanado de oro, con arabescos de esmalte negro embutido que forman una red de lacerías en esmalte blanco, entre las que asoman cabecitas infantiles, también esmaltadas y bocas de engaste con rubíes tallados en cabujones ovales. El cuerpo de cristal, realizado en dos pedazos, es talla de bastante espesor y se atiene al modelo milanés de gallones en la parte superior e inferior con ancha banda central delimitada por molduras. Arbeteta recogió la hipótesis de Alcouffe apoyada por Bimbenet-Privat, acerca de la posible elaboración francesa del cristal, y, sin descartarla, la consignó junto a una probable procedencia milanesa. El asa se inspira en modelos de Hans Vredeman de Vries, similares a los de la llamada «Escuela de Fontainebleau».

Copa abarquillada de ágata con Cupido sobre un dragón

Taller romano; Pierre Delabarre: Copa abarquillada de ágata con Cupido sobre un dragón. Siglo XVI (Vaso (época indeterminada, retallado en el siglo XVI)); después de 1625 (Guarnición).
Técnica: Cincelado; Esmaltado; Tallado; Engastado.
Material: Ágata; Diamante; Rubí; Esmalte; Esmeralda; Oro; Vidrio.
Dimensiones: Ancho: 15,5 cm; Alto: 17 cm; Fondo: 7,9 cm; Ancho base: 6 cm; Fondo peana: 5 cm; Peso: 421 g.
Serie: Tesoro del Delfín.
Museo Nacional del Prado (O000019).


Vaso compuesto por tres pedazos de ágata y seis guarniciones de oro esmaltado. El cuerpo, abarquillado, se decora en su parte externa con una talla de ovas enlazadas separadas por florones realizados con cinco puntos. Una guarnición de oro liso, esmaltada en su interior, recorre el labio, enriquecida por sobrepuestos de hojuelas verdes y granos blancos con engastes de rubíes y esmeraldas. En la popa se aprecia un Cupido esmaltado de blanco, con su arco y la aljaba cuajada de diamantes. Cabalga sobre un monstruo de cabeza y cuerpo de dragón y cola enroscada, esmaltado de violeta, azul, ocre y blanco opacos, y verde, azul y tostado traslúcidos. Una guirnalda floral esmaltada en tonos opacos cubre la panza e interior del vaso, quizás para ocultar una rotura, con un mascarón en el centro de su cara interior.

Fue atribuido por Alcouffe a Pierre Delabarre "el maestro de los dragones", y forma parte de un grupo de obras con monturas similares, como el llamado Aguamanil del Amor, y el Aguamanil de la Minerva, ambos en el Louvre. Este último aguamanil está firmado en la base por Pierre Delabarre, lo que sirvió para adscribirle ambas piezas, así como otras dos también del Louvre, el candelero de pared MR 251, y el llamado Espejo de María de Médicis, MR. 252, obras adquiridas en 1684 por el rey Luis XIV.

La cabeza del dragón esmaltado recuerda a los delfines calados que conforman las asas de plata dorada del Vaso de lapislázuli del Louvre, OA 5380, atribuido a François I Roberday, realizado hacia 1615. Este pequeño grupo con Cupido y el dragón o ser marino, que hemos situado en el entorno de Pierre Delabarre, bien podría estar relacionado con algún modelo de Roberday o ser común a ambos, ya que la figura del Cupido remite a otras similares realizadas por Delabarre, como la Taza de lapislázuli con dragones y niño, antaño ornada con dos grandes asas que representaban a estos animales fantásticos, robadas en 1918. También el diseño en forma de flor calada de seis pétalos que ostenta esta pieza en la parte inferior del cuerpo del vaso es prácticamente el mismo, pero en oro esmaltado, al de la base del cuerpo del Vaso aovado de ágata con camafeos en pie, vástago y remate, que presenta un destacado remate piramidal con una intrincada estructura calada decorada con camafeos (Arbeteta, L., "Otras miradas sobre el Tesoro del Delfín: revisión y nuevas propuestas de procedencias y autorías", en Boletín del Museo del Prado, 37, 55-57, 2019-21, 2021, p. 42).

Un zafiro que en el inventario de 1776 se describía como "ochavado prolongado, labrado rosa, vajo de doce granos", estaba en el pecho del dragón, y ya en 1815 el informe de la Embajada de España en París anotó su falta cuando el Tesoro fue devuelto al gobierno español, aunque lo situaba incorrectamente en la cabeza del animal. Fue sustituido en fecha indeterminada por un vidrio rojo, quizás durante la restauración del siglo XIX efectuada por Pedro Zaldós. El cuerpo del vaso puede tratarse de una pieza antigua retallada en un taller francés, pues existen cuatro piezas similares, la del Museo del Prado y tres en otras colecciones con monturas más antiguas. Entre ellas, un regalo de Carlos IX de Francia al archiduque Fernando II en 1570, donde se aprecian los mismos motivos que en el vaso de Madrid.

Puede verse el estado de la obra en el siglo XIX a través de la fotografía de Juan Laurent y Minier, "Vase agate sardoine, montures d’or avec émaux et pierreries, XVIe siècle, règne de Henri II", hacia 1879, Museo del Prado, HF0835/16.

Coronita en oro, esmaltes, perlas, cristales de roca tintados y granates (hacia 1500). (3,2 x 4,5 cm). Fuente: fotografía de Carolina Naya, cortesía del Cabildo Metropolitano de Zaragoza..
Coronita en oro, esmaltes, perlas, cristales de roca tintados y granates (hacia 1500). (3,2 x 4,5 cm). Fuente: fotografía de Carolina Naya, cortesía del Cabildo Metropolitano de Zaragoza..

No podemos precisar cuándo comenzó exactamente la devoción a la Virgen del Pilar en territorios aragoneses, pero sí es posible constatar, a través de las fuentes documentales, que en el transcurso de la denominada época moderna (1500-1800) trascendió al panorama internacional, cobrando especial fuerza entre toda la comunidad hispana.

Al parecer, el testimonio documental más antiguo conocido sobre la tradición pilarista data del siglo XIII,1 y en él se recoge la Venida de la Virgen en el año 40 en carne mortal a Caesaraugusta, donde Santiago el Mayor estaba predicando, y cómo el apóstol y sus discípulos comenzaron a construir un edículo para resguardar el Santo Pilar que había traído la Virgen. En esta imagen, que se conserva en el Archivo Capitular del Pilar, la Virgen señala el lugar donde se debía erigir el templo (figura 1).

Fig. 1. Detalle de la traducción de la bula de agregación de Nuestra Señora del Pilar a la cofradía de Nuestra Señora del Planto de Roma, donde se muestra la tradición de la Virgen (1581). Fuente: Archivo Capitular del Pilar, cortesía del Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
Figura 1

Muy distintas fuentes narran cómo se fueron sucediendo distintas ampliaciones en el templo pilarista, quedando la arquitectura como envoltorio de la devoción en la historia de la basílica. No obstante, dos hitos se tornaron fundamentales en el trazado de la devoción pilarista entre finales de la Baja Edad Media hasta entrada la Edad Moderna, siendo ambos hechos milagrosos: el primero de ellos es la curación de la reina Blanca de Navarra por intercesión de la Virgen (1433); y el segundo, la sanación de Miguel Juan Pellicer (1640), al que supuestamente devolvió una pierna y restituyó de su cojera, el más conocido de los prodigios obrados por la Virgen, conocido popularmente como «el Milagro de Calanda».2

Entre estos dos importantes hitos de la devoción pilarista, los fondos documentales del Archivo Capitular del Pilar permiten perfilar —a pesar de algunas pérdidas documentales irreparables—, una sucinta cronología de acontecimientos y sucesos que muestran la creciente devoción a la Virgen en forma de preciosas ofrendas. A raíz de estos milagros, las gentes procedentes de todos los estamentos sociales ofrecieron, en la medida en que les fue posible, sus mejores prebendas y más preciados bienes.

A finales de la Edad Media los ornamentos y ricos textiles parecen ser las ofrendas y jocalias más numerosas y apreciadas, aunque los primeros inventarios conocidos recogen algunas joyas: a mediados del siglo XIII figuran algunos collares y mantos entre las «ropas» de la iglesia de Santa María, y ya a comienzos del XIV, entre la orfebrería y ornamentos textiles a cargo del sacristán mayor, se describen joyas y reliquias muy adornadas. Sin embargo, conviene aclarar que no hay documentos que ratifiquen que estas ofrendas y alhajas en la Baja Edad Media aderezaran la imagen de la Virgen del Pilar. Seguir leyendo ...

Cruz procesional, ca. 1150-75.
Realizada en Asturias, España
Plata parcialmente dorada sobre alma de madera, gemas talladas, joyas. 59,1 × 48,3 × 8,7 cm.
Una inscripción en latín en el reverso reza: [IN HON]ORE : S[AN]C[T]I : SA / LVATORIS : SA / NCCIA GVIDIS / ALVI ME : FECIT (En honor del Santo Salvador: Sanccia Guidisalvi me hizo).
The Metropolitan Museum of Art (17.190.1406)


Esta cruz transmite el lujo que se respiraba en las iglesias que salpicaban los reinos cristianos del norte de España durante la Edad Media. Procede de la iglesia de San Salvador de Fuentes, Asturias (siglo XII).

La cruz muestra a Jesús crucificado y coronado, flanqueado en los brazos de la cruz por la Virgen María y San Juan. En la parte superior aparece un ángel, mientras que Adán se levanta de su tumba en la parte inferior. Un cristal de roca sobre la cabeza de Jesús cubre una cavidad que aún alberga una reliquia no identificada. Unas barras de filigrana dorada sujetas a cada uno de los brazos de la cruz servían para engarzar una serie de gemas, entre las que se encontraban antiguos intaglios. Sólo se conservan dos: uno muestra una antigua figura de la Victoria y el otro un desnudo masculino con un pez y una lanza; ambos son adornos preciados adecuados para un objeto suntuoso.

Giacomo Magnolino_Espada del conde de Tendilla

Giacomo Magnolino: Espada del conde de Tendilla, 1486.
Plata dorada y esmalte.
Espada: Altura = 140,50 cm; Anchura = 31,50 cm
Vaina: Altura = 113,50 cm; Anchura = 6,20 cm
Museo Lázaro Galdiano (Inv. 3204).
Descripción: Empuñadura de balaustre con pequeña manzana central, adorno de hojas en el bulbo y acanaladuras en los extremos y bola de remate con decoración vegetal. Arriaz de brazos vegetales curvados ligeramente hacia arriba con tallo que se enrosca al final rematando en flor de lis. Vaina con decoración calada simétrica de tallos y candeleros con dos tondos que dividen el adorno en tres tramos.
Iconografía: Decoración vegetal; Motivos epigráficos; En la hoja de la espada y la vaina: Escudo de armas Inocencio VIII.
Inscripciones. En la hoja, latín:
+ GLADIUS PROTECTIONIS UNIVERSI POPULI CHRISTIANI / INNOCENTIUS VIII MAX PÓTIFICATUS SUI ANN III MCCCCLXXXVI (Espada de protección de todo el pueblo cristiano. Inocencio VIII Pontífice Máximo, año tercero de su pontificado, 1486).


La espada, que en las publicaciones españolas siempre se denomina estoque, fue un regalo del papa Inocencio VIII, cuyas armas ostenta, a Íñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla, que había sido enviado a Roma por Fernando el Católico como embajador extraordinario para mediar en el conflicto entre el citado Papa y Ferrante I de Nápoles, cuya reconciliación obtuvo. El obsequio fue fechado en 1486, como reza la inscripción de la hoja. (...) El artífice de la espada fue el florentino Giacomo Magnolino. Afortunadamente, la orden de pago por la pieza se ha conservado en los registros del Sacro Palazzo Apostolico. (...) El 25 de sptiembre de 1487 se dio orden de pagar al maestro Giacomo Magnolino la espada que había regalado el Papa en la fiesta de Navidad del año precedente al Conde de Tendilla. (...) Las noticias que conocemos de Magnolino se extienden de 1485 a 1498. (...)

El rasgo más característico de la espada es la curvatura de los brazos del arriaz, si bien todavía persiste la forma de cruz para la empuñadura, pues la de lazo se difundirá ya en el siglo XVI. Por otra parte, la forma abalaustrada aparece también en otras espadas italianas de la misma época. Aunque se ha destacado la decoración de la vaina, no hay que olvidar el adorno de la empuñadura. Los motivos vegetales, distintos en cada parte, están realizados con gran perfección y adecuación a la estructura de la pieza. La ornamentación axial de la vaina es igualmente brillante y delicada. Si no implica innovación en el panorama del arte romano del momento, muestra al menos, sin arcaísmo alguno, motivos en uso que tuvieron que resultar sorprendentes a los ojos castellanos, acostumbrados al lenguaje del gótico más florido y exuberante.

El valor que tenía el estoque para el conde de Tendilla quedó reflejado en la mención especial que hace del mismo en su testamento: «E assi mismo digo que por quanto nuestro muy sancto padre Inocencio octavo me ovo dado un estoque siendo yo embajador de los Reyes, nuestros señores, en Roma, el qual no acostumbra dar su sanctidad sino rey o a principe, y hizo a mi gracia y merçed del por especial amor que me tuvo; por tanto mando que, pues es joya tan señalada, quede perpetuamente a la casa de mi mayoradgo y en ninguna manera se enagene, so pena que el que lo contrario hiziere encurra en pena de cien mill maravedis de renta de los buenos que aya en el mayoradgo».

Pinjantes de dos cadenas (Victoria & Albert Museum, con nº inv. 334-1870 y 336-1870, expuestos en la Jewellery Gallery.
Pinjantes de dos cadenas (Victoria & Albert Museum, con nº inv. 334-1870 y 336-1870, expuestos en la Jewellery Gallery.

En 1870, ante la necesidad de conseguir dinero para continuar las obras de El Pilar, fueron subastadas varias joyas. Entre ellas, tres pinjantes de perrillo de oro procedentes del joyero de la Virgen del Pilar. Dos de ellas fueron adquiridas por el Victoria and Albert Museum (334-1870 y 336-1870) y otra por unos empresarios madrileños. Esta última se conserva actualmente en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid.

Años más tarde, en 1990, estas joyas fueron incluidas en la exposicón Fake? The Art of Deception (¿Falso? El arte del engaño) que tuvo lugar en el British Museum. Los especialistas creyeron que se trataba de una falsificación realizada hacia 1860 y fueron incluidos en dicha exposición.

Ahora, el British Museum ha rectificado tal y como nos cuenta el periodista Mariano García en el Heraldo de Aragón (PDF). El cambio se ha producido gracias al trabajo de investigación realizado por Carolina Naya Franco que se plasmó en el artículo ¿Reinhold Vasters? Tres pinjantes de perrillo procedentes de la subasta del Joyero de la Virgen del Pilar (1870), y cuyo resumen es el siguiente:

«Este trabajo aborda la polémica iniciada en 1990 desde el British Museum acerca de la legitimidad de tres pinjantes de perrillo de oro, esmaltados y aderezados con piedras preciosas, procedentes del Tesoro del Pilar de Zaragoza que, subastados públicamente en 1870, hoy se encuentran dispersos. Los tres pinjantes se han considerado por la historiografía falsificaciones realizadas hacia 1860; no obstante, la documentación de la Santa Capilla del Pilar demuestra que dos de ellos son genuinas obras del Renacimiento (ca. 1580-1600). Al menos dos falsificadores europeos copiaron piezas originales, lo que plantea la revisión de la historia de la orfebrería a partir de las obras que, con certeza, son legítimas.»

Con motivo de la inauguración del Museo Ermitage de Amsterdam se presenta la exposición Oro griego, una impresionante selección de piezas de orfebrería fechadas entre los siglos VI y II a.C. Las joyas constituyen un testimonio imperecedero del poder alcanzado por las colonias griegas del Ponto Euxino (Mar Negro), que llegaron a su apogeo en el siglo IV a.C.

En la orfebrería tairona, procedente de la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia, se encuentra con frecuencia el motivo del ave con alas desplegadas, tema característico de la arqueología de una amplia región que abarca desde la baja Centroamérica hasta la Guyana. El artículo reúne, para esta región, la información existente sobre arqueología, hallazgos ocasionales, fuentes etnohistóricas y etnográficas e interpretaciones simbólicas. Luego clasifica en trece categorías distintivas las 280 aves tairona existentes en la colección de orfebrería del Museo del Oro de Bogotá, algunas de ellas fechadas por C-14.

Sáenz Samper, Juanita. 2001. Las águilas doradas: más allá de las fronteras y del tiempo. El motivo de las aves con alas desplegadas en la orfebrería tairona. Boletín Museo del Oro. No. 48, enero-junio 2001. Bogotá: Banco de la República.