El ministro de Trabajo italiano Roberto Marino acaba de proponer lo que, en términos económicos, sería un suicidio: volver a la lira y abandonar el euro a su suerte. En la versión digital del diario italiano La Reppublica pueden leer una entrevista a Roberto Maroni donde éste explica su postura. Lo más gracioso es cuando afirma que volver a la lira no es por nostalgia para, seguidamente, apostar por un modelo federal. Además, hace responsable al euro, aunque no directamente, de frenar el crecimiento económico, de la pérdida de competitividad y del aumento del desempleo. Sinceramente, dudo mucho que la eliminación del euro ayude a construir otra Europa. Más bien al contrario.
Lo decía ayer y lo mantengo hoy: el 'no' francés va en contra de los objetivos fundamentales reflejados en el Tratado de Maastrich (1992) y a favor de recuperar la soberanía e independencia política que, en parte, había asumido la Unión Europea en los últimos años. Ante esta situación, caben dos respuestas: olvidar lo conseguido hasta ahora y volver a los Estados-nación o avanzar rápidamente hacia una unión federal. Desafortunadamente, las primeras reacciones caminan en la dirección equivocada. En lugar de solicitar la introducción de medidas más democráticas como el verdadero reforzamiento del Parlamento Europeo o agilizar la transferencia de soberanía a las instituciones supranacionales, nos encontramos con propuestas como la italiana o como la que, probablemente, defenderá Francia, a partir de ahora y en la que su independencia política y económica primará por encima de cualesquiera otra opción.