Unas fotografías especiales combinando flores, hielo y agua: las flores se congelan durante la noche en recipientes de plástico y luego se fotografían al amanecer en la piscina, arroyo o charco más cercano. Al introducirlas en el agua, los bloques de hielo se rompen al azar y, junto con las burbujas formadas durante el proceso de congelación, crean una imagen única. Así lo explican Tharien Smith y el fotógrafo Bruce Boyd.
Más allá de la belleza palpable de estas imágenes se encuentra una fascinación por las extrañas cualidades del hielo como medio: tiene la capacidad de preservar perfectamente algo, por frágil que sea, al mismo tiempo que mejora o distorsiona su apariencia al espectador.