Francis Bacon (Dublín, 28/10/1909 - Madrid, 28/04/1992): Lying Figure in Mirror (Figura tumbada en espejo), 1971.
Óleo sobre lienzo, 198,5 x 147,5 cm.
Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Lying Figure in Mirror fue una de las obras que Bacon concibió para su retrospectiva del Grand Palais de París en 1971. Se asocia con otros dos trabajos suyos por su iconografía y propósito: Triptych-Studies of the Human Body (1970) y Two Men Working in a Field (1971). Está inspirado por los mitos relacionados con el arte y la creación, y por las representaciones que artistas anteriores habían hecho de ellos, que Bacon reinventa y sitúa en un contexto cultural contemporáneo.
Un espejo de gran formato ubicado en un espacio circular refleja una figura contorsionada, sinuosa y carnal, formada por dos cuerpos entrelazados, que se desliza entre dos niveles. Aunque Bacon recurrió a los espejos y sus proyecciones a menudo, ésta es la única obra en que la escena principal aparece como un reflejo. Presenta una escultura expuesta que cobra vida y en la que se funden rasgos humanos y de ave: un pezón hace las veces de ojo, una axila se convierte en ano y unas alas arqueadas reproducen las extremidades. Aunque se afirmase lo contrario, Bacon no estaba en contra de la narrativa; trataba de evitar un relato obvio. Entonces, ¿cuál podría ser el significado de esta escena misteriosa y desconcertante, representada con distancia? Es la deconstrucción de la pintura Leda y el cisne (c. 1530).
Bacon señaló la obra de Buonarroti como una de sus principales fuentes de inspiración, y aquí la toma como punto de partida. El mito de la fecundación de la reina Leda por Zeus, rey de los dioses, que adopta la forma de un cisne -detonante de la guerra de Troya-, tenía un significado simbólico para Miguel Ángel, quien, como intelectual y adepto al neoplatonismo, lo habría entendido como expresión de la fusión mística entre lo masculino y lo femenino, y también como inspiración divina y reveladora del empeño de artistas y poetas. Su conjunto arquitectónico y escultórico para la capilla de los Médicis (1521-1524), que recoge los principios neoplatónicos del Renacimiento, fue diseñado casi en la misma época que Leda y el cisne. Así, la escultura La Noche, reclinada, con los ojos entreabiertos, el brazo izquierdo distendido y un ave simbólica a los pies, se asemeja mucho a la pintura, que en la actualidad conocemos sólo a través de copias y bocetos de detalles.
El último propietario del temple Leda y el cisne antes de ser destruido durante la Contrarreforma fue el rey Francisco I. Las versiones de Da Vinci y Correggio sobre el tema también lo fueron; las tres se consideraron en exceso lascivas y carnales. Es probable que este hecho influyera también a Bacon, quien en la década de 1950 ya había pintado una serie de variaciones sobre El pintor en el camino a Tarascón de Van Gogh, también destruido.
La poesía fue un catalizador fundamental en el imaginario de Bacon. En Lying Figure in Mirror combina el descarnado soneto Leda y el cisne (1923) del poeta angloirlandés William Butler Yeats con elementos derivados de la pintura de Miguel Ángel. Yeats bebió de textos esotéricos, estudios ocultos y diversas filosofías, entre ellas la de Nietzsche y el neoplatonismo. Recurrió a la unión de Leda y Zeus como ejemplo de un hito en la historia. Interpretó el acto como un enlace sagrado y, sin embargo, lo relató como una violación. La inmediatez de los estímulos emocionales, biológicos y animales que describe el poema, generados por el miedo y el éxtasis, son sensaciones que también Bacon trató de suscitar.
Algunos contemporáneos de Bacon supieron apreciar el poder del mito. A partir de 1958, Sidney Nolan, también inspirado por el poema de Yeats, pintó muchos cuadros sobre el tema, y Cy Twombly realizó una serie de trabajos en 1962 probablemente alentados por la obra de Joseph Beuys Mujer embarazada con cisne (1959, Tate/National Gallery of Scotland). La escultura de Henry Moore y en concreto sus figuras reclinadas Forma de pájaro (1955, County Museum of Art, Los Ángeles) y Pájaro (1959, Tate) presagiaban la ambigüedad de la figura «escultural» acostada de Bacon. Entre otros poderosos estímulos visuales, Bacon conocía desde su adolescencia tanto la Leda atribuida a Poussin, en el Musée Condé de Chantilly, como una miríada de ejemplos que incluye las pinturas de pájaros de Max Ernst, reproducidas por Amédée Ozengant en Arte (1928), un libro al que Bacon recurría con frecuencia.
Bacon buscaba desafiar los límites de lo permitido con su perturbadora configuración de un cuerpo humano contorsionado, de sexo indeterminado, en pleno acto sexual. Combina la violencia de Yeats y la serenidad de Miguel Ángel en sus respectivas descripciones del enlace de Leda y Zeus, y al mismo tiempo distancia la escena a través del reflejo en un espejo y de sus formas escultóricas. La paleta disonante y el brillo implacable son inquietantes: a pesar de sentir desconcierto, repulsión y atracción en igual medida, se adueña de nuestra atención. Unos fúnebres estores negros intensifican el espacio claustrofóbico y evocan la atmósfera de la capilla de los Médicis; la obra ya nos seduce antes de conocer el tema principal. Resulta significativo que el cisne encarne una autoridad masculina divina, suprema, con poder definitivo, y que la forma humana se convierta tanto en víctima como en una figura de atracción irresistible. Así, tal vez, es como deseaba verse Bacon a sí mismo. [Amanda Harrison]