Francisco de Goya: Manuel Osorio Manrique de Zúñiga

Francisco de Goya (1747-1828): Manuel Osorio Manrique de Zúñiga, 1788Francisco de Goya (1747-1828): Manuel Osorio Manrique de Zúñiga, 1788.
Óleo sobre lienzo, 127 x 101,6 cm.
Firmado en la tarjeta de visita: «Dn Franco Goya» Inscripción: «EL S.R D.N MANUEL OSORIO MANRRIQUE DE ZUÑIGA S.R DE GINES NACIO EN ABR. A II DE 1784.»
Nueva York, The Metropolitan Museum of Art, The Jules Bache Collection, 1949 (49.7.41)


Don Manuel Osorio Manrique de Zúñiga, era el hijo menor de los condes de Altamira. Goya, en torno a 1787-1788, había pintado también el retrato de don Vicente Osorio de Moscoso, su padre, como parte de la serie de fundadores del Banco de San Carlos. Al conde debió dejarle satisfecho su retrato, asunto en su caso muy difícil, al tratarse de un hombre de pequeñísima estatura, como ilustraban las palabras de Lord Holland: «El hombre más pequeño que hubiera visto nunca en sociedad, más diminuto que los enanos que se exhiben en las ferias». Goya retrató también a su esposa, María Ignacia Alvarez de Toledo, con su hijita en brazos (Nueva York, Metropolitan Museum). En esos años el artista había pintado ya algunos retratos infantiles, como los de los hijos de los duques de Osuna, perdidos, que figuran en los inventarios de la familia, o los del gran lienzo familiar del Museo del Prado.

Como los hijos de los duques de Osuna, Manuel Osorio, de tres años de edad, viste un trajecito, ligero y suelto, acorde con las ideas de la Ilustración, que promovían el abandono de la etiqueta y la formalidad anteriores en la crianza de los hijos, reflejadas en los trajes encorsetados y rígidos anteriores. Esa es también la razón de que el niño luzca su pelo natural y no empolvado o con peluca, como los niños de generaciones anteriores. El juego y, por ello, los trajes sueltos, que permitían gran libertad de movimientos, estaban de moda. Desde su infancia más tierna, además, el niño se presenta como un pequeño naturalista en un tipo de retrato que se ajustaba también, aunque con variantes de interés, a una tipología que expresaba las ideas pedagógicas de la Ilustración: se representaba a los pequeños estudiando y experimentando en geografía, botánica o ciencias naturales, los grandes temas educativos de ese siglo. La jaula llena de jilgueros, pájaros muy difíciles de criar en cautividad, así como la urraca, en primer plano, sujeta por un cordel, podrían indicar, quizá, el interés incipiente del niño por las ciencias, mezclado aquí aún, por su corta edad, con el juego, aunque el retrato se podría leer también de un modo más metafórico.

En primer plano, la urraca, que lleva el niño con un cordel, pájaro dócil al amo si se cría desde pequeño, recoge con el pico la tarjeta de visita del artista. Es posible que Goya aprovechara aquí una anécdota real, de un ave amaestrada, enseñada a recoger cosas, lo que no es difícil en las urracas, que roban por naturaleza objetos brillantes y preciosos. En este caso, recoge la tarjeta de visita del artista, en la que aparece la paleta, el lienzo y los pinceles, como algo muy valioso. La presencia de los tres gatos al fondo, con sus brillantes y malintencionadas miradas, suponen una clara amenaza para los pájaros, tanto para la urraca como para el grupo de jilgueros. El niño por un lado, tiene dominados a los animales, que no saltan sobre la urraca, mientras que los jilgueros están protegidos dentro de su jaula. Goya hace aquí una hábil metáfora de la educación infantil: la paciencia y la disciplina que ha usado el niño para domesticar a su urraca, en primer término, es la misma que deben aplicar sus padres para su propia educación. Pequeño y frágil, vestido de rojo, símbolo de su naturaleza vivaz, todavía sin educar, como los pequeños jilgueros silvestres, de cabezas rojas también, está sabiamente protegido, como los pájaros dentro de su jaula. Sólo así, en el hogar paterno, puede evitar el niño los peligros naturales que acechan a la infancia, representados por los amenazadores gatos en la sombra.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *