Gaetano Merchi: Goya

Gaetano Merchi (Brescia, Lombardía, 1747 - Agen, Francia, 1823): Goya, hacia 1795.Gaetano Merchi (Brescia, Lombardía, 1747 - Agen, Francia, 1823): Goya, hacia 1795.
Técnica: Fundido, Bronce
Dimensiones: Alto: 46 cm; Ancho: 25 cm; Fondo peana: 24,2 cm; Peso del soporte: 14,6 Kg; Peso: 14,2 Kg; Ancho base: 24,2 cm; Fondo: 22 cm; Alto base: 11,3 c.
Museo Nacional del Prado (Número de catálogo: E000768).


En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) se conserva el original de este retrato escultórico, único que se conoce, que fuese realizado en vida de Goya. En 1795, apenas un año después de su enfermedad y a la muerte de Francisco Bayeu en agosto, Goya fue nombrado, para sustituirle, director de Pintura de la Academia de San Fernando, y debió de ser ese importante ascenso profesional el que determinó la realización de este retrato en bronce, obra del escultor italiano Gaetano Merchi (1747-1823), llegado a España desde París, tras la Revolución, en 1795.

En el retrato contemporáneo de Merchi se muestra el artista ilustrado, de finos rasgos y melena corta a la moda, cuya cabeza se alza con orgullo y elegancia, mirando con expresión fuerte y alerta al espectador. Sus labios apretados y la boca firme indican su carácter decidido, incluso obstinado. El parecido de la escultura con sus dos autorretratos de fecha cercana, de hacia 1796, indica que las facciones y el aspecto de Goya en la realidad debieron ser similares, como en el pequeño Autorretrato ante el caballete, procedente de la Casa de Alba, y el dibujo de ese mismo tiempo, de frente y con la melena corta y ligeramente revuelta, según la idea convencional por la que el arte expresaba de antiguo el ideal de genio creativo. Es esa la imagen del artista después de la enfermedad: enérgico y vibrante, seguro de sí mismo, un ser racional y equilibrado, capaz de llevar adelante los numerosos encargos que le llegaron y de comenzar un camino expresivo que le convertiría, como decía su amigo, el poeta Manuel José Quintana, en 1805, en el nuevo Rafael de los siglos venideros, por la admiración que iba a conseguir en el mundo entero.

(Texto extractado de Mena, M.: "El joven viajero", Goya en tiempos de guerra, 2008, pp. 20-21).

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