José de Ribera (1591-1652): Retrato de un jesuita, 1638.
Óleo sobre lienzo, 195,6 x 111,5 cm.
Firmado abajo a la izquierda: «Jusepe de Ribera español valenciano /, F, 1638»
Milán, Museo Poldi-Pezzoli, 332.
Este retrato de un clérigo es notable por su austeridad y concentración, y por el asombroso virtuosismo del tratamiento, particularmente en la cabeza y las manos y en el negro de la sotana. El retratado apoya la mano derecha en la cabeza de un león más simbólico que real, que ha sido diversamente interpretado como emblema de Cristo o alusión a la Compañía de Jesús, y más concretamente a la actividad misionera de la compañía. También podría hacer referencia al nombre del retratado, quizá Leone o Marco (por san Marcos), o posiblemente Girolamo, ya que san Jerónimo suele estar acompañado por un león. El encuadre y la composición son casi idénticos a los del San Agustín que Ribera había pintado dos años antes para las agustinas del convento de Salamanca (todavía in situ) fundado por el conde de Monterrey, virrey de Nápoles de 1631 a 1637, mecenas y ávido coleccionista de las obras de este artista. En esa pintura el santo aparece análogamente colocado en vista de tres cuartos hacia la izquierda y vistiendo el hábito negro de los agustinos; la mano izquierda, a la altura del talle, sostiene un infolio, y la derecha está extendida como aquí, dirigiendo la atención hacia su atributo, una mitra episcopal.
Esta obra se vendió en París en 1870 escuetamente descrita como «Un personage vêtu de noir», pero todos los autores modernos coinciden en identificar al retratado como un jesuita. La combinación de sotana negra ceñida con cinturón y capa negra es el hábito típico de la compañía, y en un dibujo poco conocido de Ribera en Chatsworth, que muestra una Escena de la vida de san Francisco Javier, los jesuitas visten exactamente igual. En su Vida de Ribera del siglo XVIII, Bernardo De Dominici hace referencia al confesor jesuita del conde de Monterrey sin nombrarlo, y afirma que fue él quien encargó a Ribera las tres escenas de la vida de san Ignacio, fundador de la orden, que están en el gran altar de mármol dedicado al santo en la iglesia del Gesù Nuovo de Nápoles (comienzos de la década de 1640). Felton ha conjeturado que el retrato del Poldi-Pezzoli podría mostrar a ese jesuita innominado.
Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.