Juan Pantoja de la Cruz: Felipe II

Juan Pantoja de la Cruz (ca. 1553-1608): Felipe II, ca. 1590Juan Pantoja de la Cruz (ca. 1553-1608): Felipe II, ca. 1590
Óleo sobre lienzo, 181 x 95 cm.
Patrimonio Nacional, Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, 10034484


A principios de la década de 1580, la imagen del rey anciano se consolidó en el imaginario filipino. Fueron preferentemente Alonso Sánchez Coello y Juan Pantoja de la Cruz los encargados de divulgar esta semblanza tardía de Felipe II, aunque no se conservan más que copias o versiones de taller, a excepción del ejemplar de Florencia (Galleria Palatina), una obra de 1587 descubierta recientemente. La popularidad de estos retratos puede seguirse en los lienzos de la Real Maestranza de Ronda, en el del Museo Nacional del Prado depositado en la embajada de España en Francia (P-6181) o en el de colección particular madrileña (Kusche 2003, lám. 434, p. 482); todos ellos parecen responder a un modelo muy semejante que encontraría su culminación en este retrato del Escorial y que, con toda probabilidad, es el retrato en el que Felipe II aparece en edad más avanzada. El rey está de pie, vestido de riguroso negro, el color que adoptó de forma definitiva tras la muerte de su tercera esposa, la reina Isabel de Valois, y lleva como único signo de su identidad habsbúrgica el Toisón de Oro. Apoya una mano en la empuñadura de la espada y la otra en el sillón frailero, siguiendo las convenciones establecidas para mostrar su doble condición de defensor y gobernador del reino. La pose del monarca, la forma en que se dirige al espectador, las dimensiones mismas de la tela, nos recuerdan el valor sustitutivo del retrato, una invitación a pensar que estamos ante la propia persona del rey, en una de sus escasas apariciones dentro de los salones del Alcázar. Así nos lo indica el cortinaje que descubre y enmarca a Felipe II y la columna sobre alto plinto del fondo, un elemento arquitectónico que comenzó a incluir Tiziano en algunos retratos de Carlos V, y que hacía emparentar al emperador con el mito de Hércules.

Para Checa Cremades estamos ante la imagen que mejor representa los últimos años del rey oculto, una perfecta captación de la idea de la majestad regia, «basada esencialmente en el retraimiento, que se estaba convirtiendo en emblemática de la casa de Austria».

El lienzo fue el primero de una pequeña serie dinástica destinada a la biblioteca escurialense; un proyecto de 1585 que comenzó a materializarse en 1589, cuando se contrató el mueble de la librería. Además de Felipe II, estaban representados Carlos V, Felipe III y Felipe IV, retratos los dos primeros realizados hacia 1608, instalados según el orden establecido por Juan Pantoja de la Cruz poco antes de su muerte. A este discípulo de Sánchez Coello se deben los retratos de Carlos V, copia de un original perdido de Tiziano [fig. 45], y el de Felipe III. También se viene considerando a Pantoja como autor de este Felipe II, aduciéndose para ello tanto la tardía fecha de realización, la relación del vallisoletano con esta serie y la temprana atribución a Pantoja en una relación anónima de los cuadros de la biblioteca del Escorial, de hacia 1650, que se conserva en la Biblioteca de Ajuda de Lisboa. Podríamos añadir también, el escenográfico sentido de la iluminación, una característica muy peculiar de Pantoja, y que en este caso subrayaría el calificativo de «espectral» que Sánchez Cantón dio al retrato. Sin embargo, María Kusche viene argumentando en contra de esta propuesta atributiva, prefiriendo señalar a Sánchez Coello como autor del retrato. Entre otras razones, esta estudiosa del retrato español considera para dio la ausencia de firma, cuestiones estilísticas y especialmente la existencia de un retrato de busto de Felipe II viejo, realizado en miniatura dentro de una carta de hidalguía de 1588 (Madrid, Fundación Casa de Alba) y dependiente, según esta autora, del modelo escurialense, lo que demostraría que el ejemplar del Escorial quedó hecho antes de morir Alonso Sánchez Coello. No obstante y como hemos señalado, a lo largo de los diez años finales del monarca, fueron varios los modelos pictóricos que extendieron esta imagen del rey, encanecido y anciano, y no puede determinarse de manera categórica que la miniatura señalada dependa del ejemplar escurialense.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

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