La parte fortificada de Carcasona llegó a estar tan deteriorada que el estado francés consideró seriamente derruir las murallas. A tal efecto se redactó un decreto oficial en el 1849 que derivó en un gran revuelo: el historiador Jean-Pierre Cros-Mayrevieille y el escritor Prosper Mérimée lideraron una campaña para preservar la fortaleza como monumento histórico. Ese mismo año se le encargó al arquitecto Eugène Viollet-le-Duc el proyecto de renovación de la ciudad alta. Desde 1997 está considerada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad [Vía Wikipedia].