Luis Meléndez: Autorretrato

Luis Meléndez (1716-1780): Autorretrato, 1746.Luis Meléndez (1716-1780): Autorretrato, 1746.
Óleo sobre lienzo, 100 x 82 cm.
Inscripción: «Luis Melendez fac[ieb]a.t año de 1746»
París, Musée du Louvre, Legs. Paul Cosson, 1926, RF2537


En este autorretrato el artista, a los treinta años, pregona sus habilidades, y el dibujo que lleva atestigua sus conocimientos de la escultura antigua y sus estudios de desnudo. Demuestra que es capaz de captar la postura de un hombre que está corriendo, y se puede deducir de esto su aptitud para las mitologías, los cuadros de historia y temas dramáticos de todo tipo. Es igualmente evidente su eficacia para pintar retratos. Su cara está bien delineada, y ha sabido destacar las diferencias de las telas para subrayar su destreza a la hora de representar tejidos muy diversos. La tela de la casaca parece sedosa y esto le permite poner de relieve su dominio de los pliegues y los brillos. Su capa, sobre la que reposa la mano derecha con su portalápiz, es más bien de terciopelo azul. Al pintarla el artista luce una vez más su gran facilidad para diferenciar los distintos tejidos y tonos, y para lograr contrastes de luces y sombras. No paran allí los ingeniosos efectos conseguidos por el pintor en este cuadro. Meléndez se representa de frente, claro está, pero dibuja el desnudo de espaldas (en parte sin duda por motivos de decoro); la luz del cuadro viene de la izquierda desde el punto de vista del espectador, y la del dibujo desde la derecha. Expresa muy bien además la sensación del tiempo, con las distintas posiciones de las manos. Coge el dibujo con los dedos apretados de la siniestra y sostiene el porta lápiz con la diestra, apartando dos dedos de los demás y extendiéndolos, y juntando dos para agarrar el instrumento.

Es una lástima que las evidentes capacidades de Meléndez para los géneros mayores no fueran reconocidas, debido quizás, en parte, a la expulsión de su padre de la Real Academia en 1747, lo que provocó también la exclusión de don Luis. Su extraordinaria inventiva, sin embargo, y su gusto por los contrastes sutiles y variados —tan patentes en este autorretato— no dejaron de brillar en sus admirables bodegones.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

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