Manuel Barrón y Carrillo (1814-1884): Contrabandistas en la Serranía de Ronda, 1849.
Óleo sobre lienzo, 91 x 124 cm.
Firmado: “Manuel Barron. / Sevilla 1849”, ángulo inferior izquierdo.
Museo del Romanticismo, Inv. 7175.
Este lienzo, de considerables dimensiones, destaca especialmente en la sala dedicada al costumbrismo andaluz en el Museo del Romanticismo. Su imagen es una de las más conocidas de su autor, Manuel Barrón y Carrillo, cuya obra resume a la perfección algunas de las claves del paisaje pintoresco, así como muchos de los típicos tópicos sobrevenidos con el movimiento romántico: un paisaje tranquilo pero espectacular y único como el tajo de Ronda (Málaga) es el escenario perfecto para que unos bandoleros con una joven campesina con un niño en brazos pasen la noche que les sobreviene.
La escena, sin ninguna carga simbólica, narrativa o histórica patente es la excusa perfecta para que su autor cree un paisaje romántico junto a algunos de los personajes más típicos y exóticos del momento, lo que hacen de esta obra un interesante reclamo decorativo para turistas o nobles aburridos de su vida monótona y tediosa.
INTRODUCCIÓN
“Desde donde empieza Europa
Hasta su término y cabo,
No campe ningún valiente;
Escondan su espada y brazo,
Tiemblen al oír mi voz,
Y lo que más les encargo,
Que con silencio me escuchen,
Y les diré en breve rato
Del guapo Francisco Estéban
Lo valeroso y lo bizarro.
Ya saben que su ejercicio
Era andar al contrabando,
Y que en toda Andalucía
Los ministros le temblaron,
Porque no jugaba burlas,
Ni hombre de malos tratos
Alcanzó a comunicarle,
Fuese bueno o fuese malo […]”
Estos sencillos versos anónimos sobre la figura legendaria del bandolero Francisco Esteban, nos introducen de manera muy plástica en el mundo del bandolero y en la apreciación y estima populares que tuvieron en época romántica. Mientras que gran parte de la sociedad veía a estos asaltantes de caminos como a peligrosos delincuentes, temidos por su violencia y crueldad, no es menos cierto que otro ámbito de la misma los veía como héroes populares, guapos, varoniles e incluso, gentiles. Tanto fue así que hubo una especie de "moda bandolera" en el ámbito de las artes, potenciada por el auge del costumbrismo en nuestro país, y que tendrá un importante reflejo en los usos y costumbres de la sociedad romántica. Así, no sólo habrá pinturas o esculturas con motivos bandoleros, sino que se crearán prendas de vestir inspiradas en su estilo o coplillas e incluso zarzuelas y óperas con sus andanzas y aventuras, realizándose además rutas turísticas a sus principales escondites. Como se puede comprobar en este somero apunte, el bandolero no sólo se hizo presente en los caminos españoles, sino también en las casas y palacios del siglo XIX, llegando algunos de estos testimonios a nuestros días y perviviendo muchas de sus tradiciones y leyendas en algunos de los puntos más pintorescos de nuestra geografía.
Seguir leyendo en Pieza del trimestre: Manuel Barrón. Contrabandistas en la Serranía de Ronda, 1849. Sala VII: Costumbristas andaluces.