
Las dos figuras del fondo y el "pájaro del diablo que está vigilando", como Gauguin lo llamó, parecen estar conspirando contra la mujer reclinada. Ella yace despierta, quizás consciente de ser observada. El título evoca El Cuervo de Edgar Allan Poe, en el que un poeta, enloquecido por la pérdida de su amor, escucha a un cuervo repitiendo interminablemente 'Nunca más'. Aquí, Gauguin sugiere la pérdida de la inocencia. Estaba profundamente decepcionado por Tahití, donde se había mudado desde París, con la esperanza de encontrar un paraíso primitivo y virgen. En cambio, encontró una sociedad arruinada por la corrupción y el colonialismo.