Orazio Gentileschi: Lot y sus hijas

Orazio Gentileschi (Pisa, Italia, 09/07/1563 - Londres, 07/02/1639): Lot y sus hijas, c. 1628.

Orazio Gentileschi (Pisa, Italia, 09/07/1563 - Londres, 07/02/1639): Lot y sus hijas, c. 1628.
Óleo sobre lienzo, 226 x 282 cm
Inscripciones: HORA.vs GIENTIL.vs (lado derecho de la parte central)
Museo de Bellas Artes de Bilbao (69/101).


El rey Carlos I de Inglaterra, gran amante y conocedor de la pintura, deseoso de contar con uno de los más destacados artistas del momento, invitó a Londres a Orazio Gentileschi en 1626. Con ese motivo, el pintor toscano, de sesenta y tres años, se trasladó a Inglaterra junto a sus cuatro hijos varones; su famosa hija Artemisia también le acompañaría durante un corto periodo de tiempo.

Se sabe a través de fuentes documentales que este lienzo —quizá el primero de gran formato pintado para el monarca— fue recibido en 1628, dos años después de la llegada de Gentileschi a Londres, y que estuvo colgado en el palacio de Whitehall. Ese mismo año, el pintor y escritor alemán Joachim von Sandrart vio la obra y la describe así: «No menos importante era una de Lot durmiendo en el regazo de una de sus hijas, mientras la otra hija se volvía para ver qué hacía su padre, una obra maravillosa imposible de ser mejorada». Y esto es lo que debió de pensar también la reina Henrietta Maria, esposa de Carlos I, cuando pocos años más tarde, en la década de 1630, quiso llevar las obras más bellas del pintor, entre ellas esta pintura, a Queen's House, su palacio de Greenwich a orillas del Támesis. Para este palacio, próximo a la capital, Gentileschi recibió uno de los encargos más importantes de la época, el de pintar el techo del Salón Grande con una Alegoría de la Paz y las Artes. Lamentablemente, todo el conjunto fue desmantelado y las obras se dispersaron y vendieron cuando Carlos I fue decapitado en 1649. Las pinturas del techo sufrieron gran deterioro al adaptarse a su emplazamiento actual, la Marlborough House de Londres.

En Lot y sus hijas, el pintor representa la escena en la que el patriarca bíblico, avisado por un ángel de la inminente destrucción de Sodoma, huye con su familia. En el camino, su mujer es convertida en estatua de sal por desobedecer las órdenes divinas al volver su mirada hacia la ciudad en llamas. Refugiados Lot y sus dos hijas en una cueva, y temiendo éstas quedarse solas en el mundo, traman una relación incestuosa, tal y como relata el Génesis: "Nuestro padre es viejo, y no queda ningún hombre en la tierra que se una a nosotras, como es la costumbre en toda la tierra. Ven, demos de beber vino a nuestro padre, acostémonos con él y así engendraremos descendencia".

Gentileschi, nacido en Pisa, trabajó para el Vaticano en la decoración de grandes conjuntos pictóricos al fresco. A partir de 1600, su estilo sufre una profunda transformación cuando conoció en Roma a Caravaggio. Paulatinamente, se va despojando del tenebrismo inicial y su pintura gana en delicadeza y cromatismo. Además de ejercer su profesión en Roma, lo hizo también en Génova, Turín, París y, finalmente, en Londres, donde fijó su residencia hasta su muerte.

Gentileschi tiene la habilidad de plasmar el escabroso tema erótico de un modo sugerente, con la elegancia que le caracteriza en esta etapa final de su carrera. El pintor, que había tratado anteriormente el tema en Génova de una manera diferente y mucho más sobria, muestra aquí una elaborada y sensual composición en la que las tres figuras son de tamaño próximo al natural. Representada cada una de ellas con uno de los colores primarios, forman una acusada diagonal y sus vivos tonos contrastan con fuerza sobre la oscuridad de la cueva provista de dos aberturas a través de las que se aprecia el cielo y un apacible paisaje. Lot, ebrio, duerme sobre el regazo de una de sus hijas, vestida de amarillo claro, mientras la otra permanece en pie cubierta con un traje pintado mediante un brillante y puro pigmento azul ultramar. Cruza su mirada con la de su hermana y señala con sus manos a la ciudad de Sodoma en llamas, al fondo del paisaje, en el que se percibe una minúscula figura, la estatua de sal en la que se ha convertido su madre. La maestría del pintor se refleja en todos los elementos de la composición, y es muy evidente en las distintas calidades de los tejidos, como la túnica de seda granate de Lot con efectos tornasolados en azul, con los que consigue un resultado de extraordinaria belleza. Muestra también su destreza en la representación de los objetos metálicos que aluden a la embriaguez de Lot: el recipiente dorado y la jarra de estaño volcada en el suelo con el resto del vino que contenía, y, sobre todo, el exquisito racimo de uvas que cuelga de la parra en una de las aberturas de la cueva.

Quedaba ya lejos la primera parte de la carrera del pintor en Roma como uno de los más destacados seguidores de Caravaggio, y en esta etapa final londinense, muestra una factura muy cuidada, de gran riqueza cromática y cierta teatralidad, características todas ellas que se adaptaban perfectamente a los refinados gustos del monarca inglés y de las que esta obra supone un magnífico ejemplo. (Ana Sánchez-Lassa)

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