La reducción del uso de combustibles sólidos y la mejora en los sistemas renovables de obtención de energía se encuentran entre los principales retos a los que deberá hacer frente la ciencia del siglo XXI. En la revista Renewable Energy se ha publicado, recientemente, un estudio que analiza las estrategias que podrían implementarse en una isla japonesa para intentar lograr la emisión cero en los sistemas de obtención energética de la isla. El estudio, dirigido por el doctor Takami Kai de la Universidad de Kagoshima, se ha realizado en la isla de Yakushima (Japón), al norte del océano Pacífico. En este territorio, de aproximadamente 500 km2 de superficie, viven unas 14 000 personas que dependen de la aportación de combustibles fósiles para satisfacer sus demandas energéticas [Seguir leyendo en Ecotropía].

La muestra es una antología del trabajo del artista realizado entre los años 1988 y 2003. Reúne 16 obras (acrílicos sobre tela y/o madera), cada una de las cuales está relacionada con otra, casi siempre de menor formato (impresiones digitales sobre papel), y que han sido elaboradas por el autor especialmente para esta muestra.

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El Museo Guggenheim de Nueva York presenta una exposición pensada para rendir tributo al impulso minimalista en el arte contemporáneo, examinando su emergencia y su legado en las décadas siguientes. Este movimiento tiene su origen a mediados de los años cincuenta, como reacción contra el exceso pictórico del Expresionismo Abstracto vigente en ese momento. Así, en la década de los sesenta, artistas como Carl Andre, Dan Flavin y Donald Judd propugnaron un arte exento de toda complejidad compositiva, dando lugar a un estilo fundamentado en la elementalidad de las formas geométricas.

La muestra, compuesta por obras procedentes principalmente de la colección del museo, se abre con un grupo de pintores reduccionistas, entre los que están Kelly, Piero Manzoni, Rauschenberg y Stella, previos a la formación del movimiento, para exhibir a continuación el trabajo de los representantes del “Minimalismo Clásico”: Andre, Flavin, Judd, LeWitt, Robert Mangold, Brice Marden, Morris o Robert Ryman. Junto a ellos, Larry Bell, Agnes Martin o John McCracken compartían la estética minimalista pero no la ideología. También están representados una serie de creadores englobados en el Postminimal, interesados por procesos como la desmaterialización del objeto (Robert Irwin, Richard Long, Bruce Nauman o Richard Serra, entre otros).

A partir de los años ochenta, algunos han utilizado el look minimal para criticar el sistema político-económico e introducir discursos narrativos de carácter social y cultural.

Fuente: www.masdearte.com

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11 de marzo de 200411 de marzo de 200411 de marzo de 2004

Imágenes estremecedoras, aterradoras que se clavan como puñales en nuestros corazones. Imágenes que nos recuerdan la locura que campa por este mundo, ora escondida bajo la religión, ora bajo los nacionalismos étnicos. Respetemos la Ley pero seamos implacables con los responsables de esta atrocidad y con todos aquellos que inducen, protegen o disculpan el terrorismo y el genocidio.

Matanza en Madrid: ¡No os olvidaremos!, ABC, EL PAIS, EL MUNDO.

La presente exposición, que conmemora el milenario del nacimiento del Santo, se centra en uno de los muchos aspectos por los que su monasterio ha adquirido prestigio internacional, la producción de obras de metal y esmaltes de finales del románico.

Como tantas veces sucede en la Alta Edad Media, y la falta de fechas del claustro y la escasa certeza sobre la existencia de un taller propio de esmaltistas son una muestra, no disponemos de los datos de los que hubiéramos deseado disponer. Así, calculamos que Domingo Manso, el futuro Santo Domingo de Silos, debió nacer hacia el año mil. Se cumple ahora más o menos el milenio de su nacimiento. De los años en que vivió y fue abad de San Sebastián de Silos queda muy poco. Es de lo que significó a partir de su muerte de lo que podemos hablar con mayor conocimiento. Un monasterio y su claustro, como no sea en sí mismo, es imposible que forme parte de una exposición. Nos queda en cambio el recuerdo de la fabricación de los esmaltes tardorrománicos y su relación con la prolífica producción lemosina.

¿Qué se pretende entonces con una muestra que se llama De Limoges a Silos? Seguramente varias cosas. En este caso, primero, poner de manifiesto que antes o contemporáneamente al trabajo en Limoges o en Silos, existieron otros talleres al norte (área mosana en especial), en Italia o en la misma Francia (Conques). Luego se ha deseado hacer una presentación breve de Limoges, que dé paso a la parte más amplia: la exhibición de las piezas lemosinas que fueron hechas para los reinos peninsulares, se adquirieron o donaron aquí, o llegaron por otros diferentes caminos y se conservan en iglesias y monasterios. Tampoco faltan las que durante un tiempo se encontraron en cualquier iglesia hispana, desde donde han emigrado a museos extranjeros. Se pone de manifiesto así, el capítulo tan importante de la historia del arte medieval que escribieron los esmaltistas lemosinos con esa producción inmensa difundida por toda Europa, máxime teniendo en cuenta cuántas obras no se exponen y cuántas se han perdido. A continuación se exhiben esmaltes que bien tienen que ver con el problemático taller silense, bien podrían proceder de otro desconocido ubicado en algún lugar peninsular. El centro de interés lo constituyen todos los objetos que se relacionan con Santo Domingo. Por fin, desaparecidos estos artistas, la producción continúa en Limoges y, aun sin excluir cierto conservadurismo, se va haciendo gótica. A través de muy pocas pero importantes obras se pone de manifiesto este cambio y con él concluye la exposición (Joaquín Yarza Luaces).

Angus Fairhurst, A Couple of Differences Between Thinking and Feeling II, 2003.
Angus Fairhurst, A Couple of Differences Between Thinking and Feeling II, 2003.

Angus Fairhurst, Damien Hirst y Sarah Lucas se conocieron en el Goldsmiths College de South London en 1986, convirtiéndose en los años 90 en parte de un atractivo grupo de jóvenes artistas británicos que en poco tiempo han consolidando internacionalmente sus carreras. Desde 1988, cuando trabajaron en la producción de la exposición "Freeze", no habían vuelto a organizar un montaje juntos.

Ahora presentan en la Tate Britain "In-A-Gadda-Da-Vida", título tomado de un tema del LP del grupo de rock Iron Butterfly editado en 1968. En origen, la canción iba a llamarse In the Garden of Eden pero, debido a un momento de embriaguez del cantante, el resultado fue la combinación fonética "A-Gadda-Da-Vida". El tema está basado en las consecuencias contemporáneas del mito de la expulsión del paraíso, presente en todas las culturas desde la Antigua Grecia y un capítulo esencial en la Biblia, que ha servido para inspirar algunas obras relevantes de la historia de la pintura europea, como Adán y Eva de Lucas Cranach, en la que ella ofrece la fruta prohibida a Adán; el Jardín de las Delicias de El Bosco o los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. La exposición que hoy se inaugura en la Tate Britain revela los diferentes acercamientos de estos tres artistas contemporáneos al tema y la diferente manera en la que utilizan las metáforas. Mientras Lucas emplea para sus trabajos elementos cotidianos y mundanos, Hirst construye complejas instalaciones dentro de vitrinas y dibuja mariposas y moscas y Fairhurst, por su parte, materializa montones de periódicos y tablones de anuncios en materiales como el bronce y la resina.

Fuente: www.masdearte.com

La exposición, cuya finalidad es recordar la presencia de España en el Pacífico, especialmente en el archipiélago de las Filipinas, está estructurada en tres secciones:

En la primera, Derroteros, navegantes y expediciones científicas, se quiere reflejar la ingente tarea desarrollada por los numerosos descubridores, marinos e intelectuales que durante siglos surcaron el Pacífico, descubriendo, reconociendo, colonizando y estudiando los paisajes físicos y humanos de sus infinitas islas. La segunda sección de la exposición lleva por título Gobernar, administrar, evangelizar. En ella se plantea la tarea colonizadora desarrollada por España en el archipiélago filipino. La tercera y última sección de la exposición se denomina Un archipiélago de intercambios y pone de relieve la condición de nudo en las relaciones entre Oriente y Occidente que tuvieron las Filipinas. Desde 1565 y hasta 1815 la llamada Nao de Acapulco o Galeón de Manila conectó la capital del archipiélago y Sevilla por medio de una ruta marítima y terrestre que desde Manila iba hasta Acapulco, cruzaba el virreinato de la Nueva España hasta llegar al puerto de Veracruz y desde allí continuaba hasta la capital hispalense. Se trataba de un itinerario con claros objetivos comerciales, pero fue también una excepcional vía de relaciones humanas y de contactos culturales.
Bitácora de navío para aguja magnética.Bitácora de navío para aguja magnética.

Anónimo, siglo XVIII
Madera, latón, cristal: 135 x 85 cm
Monta aguja fabricada por Dobbie Mc. Innes LTD/Glasgow Liverpool & South Shields/n.º 1793/[siglo XIX] España, Madrid, Museo Naval, n.º inv. 459

La bitácora era una especie de armario en el que se colocaba la aguja náutica a la vista del timonel y que señalaba a éste el rumbo. Se estima que la determinación del rumbo se resolvió hacia los siglos XI-XII, cuando alguien descubrió que si la magnetita tenía libertad de movimientos se orientaba sensiblemente en la dirección norte-sur. Para ello se fijó la piedra imán sobre un trozo de corcho y el conjunto se colocó flotando sobre un recipiente con agua. Existe constancia de que este tosco aparato fue utilizado en la navegación mediterránea medieval como instrumento indicador de los rumbos. A partir de ese momento su desarrollo ha sido constante, siendo uno de los avances más importantes el descubrimiento de la propiedad del acero de ser imantado por contacto o frotamiento con la magnetita.

Agujas de acero imantadas, pivotadas sobre un eje, dieron lugar al instrumento conocido como aguja náutica. Durante la época de la construcción naval en madera, se colocaba la aguja náutica en el fondo de una caja, sobre una cartulina en la que se había dibujado una rosa de los vientos con los rumbos de la navegación. Con el tiempo estos instrumentos evolucionaron desde los modelos más sencillos y portátiles a las pesadas bitácoras, en las que la aguja, con el fin de mantenerla horizontal a pesar de los movimientos de la nave, fue montada en suspensión cardan. Éstas eran adecuadas para orientarse, a pesar de que la acción del magnetismo terrestre, observado por primera vez por Cristóbal Colón durante su viaje de descubrimiento, producía desviaciones. No obstante, el desarrollo paulatino de la técnica naval traerá como consecuencia el mayor uso del hierro en el casco y las arboladuras, sobre todo a partir de la introducción de la máquina de vapor en los buques de guerra, causando nuevas perturbaciones en las agujas, que podían provocar la pérdida del buque. El hidrógrafo francés Guillaume Denis, en 1666, fue el primero en exponer las nuevas irregularidades observadas en la orientación de la brújula, pero no será hasta principios del siglo XIX cuando se formulará una teoría completa y razonable sobre la desviación de la aguja; surgieron entonces los primeros estudios sobre los que se asienta la actual teoría de la compensación.En 1878 William Thompson resolvió el problema al presentar la aguja que hoy lleva su nombre y que supuso el comienzo de una nueva era para la navegación, ya que era capaz de funcionar con plenas garantías de exactitud en buques metálicos. La parte esencial y original de su teoría está en la rosa, que es de muy poco peso y está rodeada de un aro de aluminio muy delgado, del que parten radialmente treinta y dos cordones de seda que se afirman a una planchuela central, taladrada en su punto medio para introducir el chapitel; el sistema magnético lo forman de seis a nueve agujas. Todo el conjunto pesa doce gramos, ligereza que anula el error producido por el rozamiento, mientras que su estructura de cordones de seda le da una elasticidad considerable para resistir los choques violentos.

El instrumento aquí representado es un bello ejemplar que tiene forma de copa con dos asas. La parte superior está formada por una pequeña tapadera que oculta el respiradero de la luz de la lantia, la cual estaba situada en el interior de la bitácora. La aguja que lleva incorporada no es la original, que fue cambiada por una de modelo Thompson.

  • Astronautas Microscópicos: Los humanos no pueden ir al espacio sin llevar miles de billones de microbios con ellos. Un experimento a bordo de la EEI intenta averiguar cómo se comportan estos organismos en órbita.
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