A pesar de su notable agilidad y su bien merecida fama de equilibristas, el accidente más frecuente de los gatos domésticos es el caerse desde una ventana o balcón. Dos segundos con una ventana abierta es suficiente para que nuestro gato vaya a la repisa; más frecuente es encontrarlo paseando felizmente por la barandilla del balcón o tumbado plácidamente en algún macetero colgado del vacío. En cualquier caso, un pájaro que pase cerca volando o un ruido fuerte en la calle puede provocar el accidente, así que más vale prevenir que curar.
La coexistencia con nuestros amigos gatunos implica, además de la responsabilidad de cuidarlos, ciertos sacrificios. En el caso que nos ocupa, es obvio que no podemos tabicar las ventanas o el balcón pero sí es conveniente instalar algún tipo de protección. Ganará nuestro gato al evitar un accidente y ganaremos nosotros al poder tener la tranquilidad de abrir ventanas y balcones sabiendo que no hay riesgo alguno para nuestra mascota.
En cuanto a las ventanas, lo ideal es ponerlas abatibles y así de paso aprovechar para mejorar la eficiencia energética de nuestra casa. Aún así, hay que tener cuidado mientras el gato sea pequeño porque podría colarse por la rendija.
Para los balcones, la única solución realmente eficaz es la de «cerrarlos» con una red. Tras navegar por la Red en busca de sistemas, encontramos uno que nos llamó la atención: consta de tres elementos, a saber, la red de nylon, unos perfiles de aluminio y arpones de poliamida. La empresa que lo gestiona —Balcón Seguro— tiene página web donde podéis ver el sistema, incluyendo manuales, fotografías y vídeos. Está ubicada en Marbella y no se traslada para realizar el montaje. Ahora bien, les mandáis las medidas y fotografías, y ellos te hacen el estudio y te envían por mensajería el material necesario. Cualquier instalador de ventanas, mosquiteras o que se dedique a las reformas puede instalarlo sin problemas porque es realmente sencillo. Como es obvio, también sirve para ventanas.
Nota: «Nina» es macho pero eran tan pequeño cuando los adoptamos que creímos equivocadamente que era hembra. No le hemos cambiado el nombre y no creemos que a él le importe mucho.