Estatuas de Ramsés II. Hacia 1270 a.C. Egipto. Gran Templo de Abu Simbel.
Estas estatuas de veinte metros de altura se justifican en función del gigantismo del templo y de los acantilados por donde discurre el Nilo. Están hechas para, en la lejanía, provocar la admiración y el respeto al soberano. La inmensidad del territorio se hace eco precisamente en estos gigantes. Guardando la distancia, existe una armoniosa proporción, que se quiebra a medida que el espectador se aproxima.
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