El estilo gótico nace como tal en el norte de Francia a mediados del siglo XII. Aunque en rigor debe hablarse de una evolución de las formas románicas, se data como su inicio el 14 de julio de 1140. En dicho día se inició la restauración del abad Suger del deambulatorio de la basílica de Saint-Denis, primer elemento arquitectónico que se define como de estilo gótico.
Además de elementos arquitectónicos novedosos como el arco apuntado (ojival), la bóveda de crucería o los arbotantes, el gótico religioso se vio influenciado por la aparición en el Medievo de una nueva sensibilidad hacia la idea de la muerte y de la salvación del alma, y por tanto de la importancia del Juicio Final. Continuando con la tradición del románico en cuanto a plasmar las ideas religiosas en «libros visuales», la Iglesia creó un programa iconográfico para advertir a los fieles de las consecuencias que tenían los actos realizados en vida tras la muerte. Esta enseñanza sobre el Juicio Final quedó plasmada en muchas de las portadas de acceso a los templos y presenta una característica novedosa: su representación se traslada al tímpano, normalmente en tres registros horizontales, tal y como podemos ver, por ejemplo, en la imagen que acompaña a este texto. Se trata de uno de los tímpanos de la fachada principal de la catedral de Notre Dame en París.
En el superior aparece Cristo-Juez acompañado del tribunal y la corte celestial. En Notre-Dame es un Cristo-Hombre con nimbo crucífero que muestra sus llagas de las manos. A ambos lados, dos ángeles portan los instrumentos de la Pasión (objetos asociados a la Pasión de Cristo). Completan el grupo San Juan y la Virgen arrodillados e intercediendo por la humanidad. La representación de Cristo humanizado es característica del gótico y responde a la idea de que Jesús no solo es juez sino también redentor.
Ahora debemos fijar nuestra mirada al registro inferior en el que se representa la resurrección de los muertos. Dos ángeles, uno en cada extremo, tocan las trompetas para anunciar que el Juicio Final va a comenzar.
Finalmente, en el registro intermedio, se encuentra el pesaje de las almas (psicostasis). De izquierda a derecha, tenemos primero a los bienaventurados que alzan la cabeza para mirar a Cristo; después el arcángel San Miguel que está pesando las almas; a su lado, dos demonios que intentan inclinar la balanza a su favor; por último, los condenados que, atados con cadenas, son arrastrados hacia el infierno por dos diablos.