
Enfrente del Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña se encuentra el Llano de San Indalencio que a su vez da paso a un bosque de pinos silvestres. Dos robles se sitúan al frente de sus huestes arbóreas y hunden sus raíces tricentenarias en un lugar donde antiguamente cada árbol de la pradera pertenecía a un pueblo. Llegada la fecha de la romería de San Indalecio, los habitantes de cada pueblo buscaban la sombra de su árbol para descansar y comer una vez finalizados los oficios.