No, no se trata de ninguna película erótica. En realidad, el artículo - escrito por Sylvia Treudl, escritora, editora e investigadora en ciencias políticas en Viena (Austria) - hace referencia al ferrocarril que atraviesa el paso del Semmering (Austria) y cuya línea está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1998.