- La cadena 'Cuatro' ficha a Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, como reportera o, al menos, así se desprende de su actuación en este video donde, micrófono en mano, ejerce de periodista. Si su desparpajo ante las cámaras corre paralelo a su capacidad como ministra, que los dioses nos protejan.
- ¿Descargan ustedes películas a través de redes P2P? Pues no sean malos porque se arriesgan a bajarse una charlita de Santiago Segura, en lugar de su última película —Torrente 3—.
- El último no causa la misma hilaridad; más bien al contrario: se trata del video de la RAI —La matanza oculta— en el que se acusa al ejército estadounidenses de atacar Faluya con bombas de fósforo.
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Lo del fósforo es más serio de lo que parece, dado que además cuentan con declaraciones de soldados norteamericanos.
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Los comentarios oficiales que tratan de justificar la ausencia de reacción
de la defensa estadounidense el 11 de septiembre afirman que los hechos eran
tan inimaginables que los militares no estaban preparados para lo que
sucedió. Sin embargo, numerosos ejercicios similares ya habían tenido lugar.
Según USA Today, [4] «Durante los dos años anteriores a los ataques del 11
de septiembre, el Comando de la Defensa Aérea de América del Norte (North
American Aerospace Defense Command, NORAD, responsable de la defensa aérea
de Estados Unidos y Canadá) condujo ejercicios que simulaban lo que la Casa
Blanca calificó después de imaginable [.]: la utilización de aviones
secuestrados como armas que se hacían estrellar contra objetivos.» Uno de
los objetivos imaginarios no era otro que el World Trade Center. En lo
tocante a esos ejercicios, el NORAD explica que se utilizan en estos «muchos
tipos de aviones civiles y militares» para desempeñar el papel de los
aviones secuestrados y poner a prueba «la detección de las trayectorias y la
identificación [de los aviones], el despegue de urgencia y la intercepción,
los procedimientos a seguir en caso de secuestro, la coordinación interna y
externa de la agencia, así como los procedimientos de seguridad operacional
y de seguridad de las comunicaciones». El vocero del NORAD agrega:
«Organizamos cuatro ejercicios al año en los que está implicada toda la zona
norteamericana, la mayoría incluye escenarios de secuestros de aviones.» [5]
Por otro lado, la Secretaría de Defensa había organizado, del 24 al 28 de
octubre del año 2000, o sea más de diez meses antes del 11 de septiembre,
ejercicios sobre un posible ataque al Pentágono. Estos implicaban tres
escenarios: un ataque terrorista contra la estación del metro que utiliza el
personal, un accidente de construcción y. un avión de pasajeros que se
estrella contra el Pentágono y ocasiona 342 muertos [6].
El 11 de septiembre, también
Más interesante aún es que hasta la propia fecha del 11 de septiembre fue
escogida como día de ejercicios. En todo el país, decenas de bases militares
y todo tipo de agencias gubernamentales estaban movilizadas para realizar
simulacros. Veamos algunos ejemplos representativos de esos ejercicios.
Ejercicio en el World Trade Center
Tom Kenney, vocero de la Federal Emergency Management Agency (FEMA, agencia
encargada del manejo de catástrofes) explicó al periodista Dan Rather que su
agencia había sido desplegada en Nueva York en la noche del lunes 10 de
septiembre con vistas a ejercicios previstos para el día 12. «Somos uno de
los primeros equipos en haber sido desplegados para ayudar a la ciudad de
Nueva York en ese desastre. Llegamos tarde en la noche del lunes y entramos
en acción en la mañana del martes.»
Esto fue confirmado por el alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, ante la
comisión investigadora sobre el 11 de septiembre. «Había cientos de personas
presentes, de la FEMA, del gobierno federal, del Estado, del buró estatal de
manejo de situaciones de crisis y se estaban preparando para un ejercicio de
ataque bioquímico.»
Al igual que los anteriores, aquel ejercicio, llamado Tripod, debía simular
un atentado bioquímico contra el World Trade Center, atentado que daría
lugar a la evacuación del edificio.
Ejercicio que implica el choque de un avión con un edificio
Pocos minutos antes de los atentados del World Trade Center y el Pentágono,
John Fulton, jefe del Strategic War Gaming Division du National
Reconnaissance Office (NRO, agencia de inteligencia que maneja el espionaje
desde el espacio. Depende del Departamento de Defensa y la mitad de su
personal proviene de la CIA mientras que la otra mitad procede del propio
Departamento de Defensa) organizaba un ejercicio de simulación programado
desde hacía mucho tiempo. Veamos lo que dice un despacho de la Associated
Press, fechado el 22 de agosto de 2002:
«En lo que el gobierno describe como una extraña coincidencia, una agencia
de inteligencia de Estados Unidos había programado para el 11 de septiembre
un ejercicio durante el cual un avión perdido se estrellaba contra uno de
sus edificios. Pero la causa no era el terrorismo -se trataba de un
simulacro de accidente.
Los responsables de Chantilly, en Virginia, base del National Reconnaissance
Office, habían programado para aquella mañana un ejercicio durante el cual,
debido a una avería mecánica, un pequeño jet privado se estrellaba contra
una de las cuatro torres de la sede de la agencia.
La agencia está situada a 4 millas [6,5 km] de las pistas del aeropuerto
internacional Dulles de Washington y a 24 millas [40 km] del Pentágono. [ ]
Se agrega además a esa coincidencia que el vuelo 77 de American Airlines -el
Boeing 767 que fue desviado y se estrelló contra el Pentágono- había
despegado de Dulles a las 8h10 el 11 de septiembre, 50 minutos antes del
comienzo del ejercicio. [Este vuelo] se estrelló contra el Pentágono
alrededor de 9h40.»
Operación Global Guardian
En el momento de los ataques del 11 de septiembre, un ejercicio militar de
gran envergadura llamado Global Guardian estaba en pleno desarrollo. Había
empezado la semana anterior e implicaba al US Strategic Command (Stratcom,
agencia responsable de las fuerzas nucleares estadounidenses), en
cooperación con el US Space Command y el NORAD. Teniendo como escenario un
ataque nuclear de una potencia extranjera (Rusia) contra Estados Unidos,
ponía en juego varios cientos de militares y estaba relacionado con otros
simulacros, como Crown Vigilante (un ejercicio del Air Combat Command, el
Comando Aéreo), Apollo Guardian (US Space Command), así como con los
programas del NORAD Vigilant Guardian y Amalgam Warrior. Se trata de un
ejercicio en el que se mezclan simulacros en sala y sobre el terreno [7].
El puesto de mando del ejercicio Global Guardian estaba situado en un bunker
subterráneo de la base de la Air Force en Offutt (Nebraska). Allí se
hallaba, naturalmente, el comandante en jefe del Stracom, el almirante
Richard Mies. Debido al ejercicio, era él quien dirigía aquella mañana todos
los bombarderos, misiles de crucero y submarinos de Estados Unidos. También
debido al ejercicio, tres aviones militares de comando equipados de
sofisticados medios de comunicación habían despegado de la base. Esos
aviones (E-4B) están concebidos para controlar las fuerzas nucleares desde
el aire en caso de crisis. Son centros de comando alternativos para los
altos responsables gubernamentales y permiten a estos últimos dirigir las
fuerzas estadounidenses y operaciones de guerra así como coordinar las
acciones de las fuerzas civiles en caso de crisis importante.
En la mañana del 11 de septiembre, el personal de Fort Monmouth, una base de
las fuerzas terrestres situada a 70 km de Nueva York, se preparaba para un
ejercicio llamado Timely Alert II cuyo objetivo anunciado era poner a prueba
las capacidades de reacción en caso de ataque químico. El ejercicio
implicaba la participación de diferentes agencias y medios, como los
bomberos de la base y la policía de New Jersey. En el mismo momento, en Fort
Belvoir, a unos 15 km del Pentágono, se desarrollaba un ejercicio que debía
«poner a prueba la seguridad de la base en caso de ataque terrorista».
Mientras tanto, en el Pentágono, el doctor Matt Rosenberg estudiaba «un
nuevo plan de urgencia médica basado en el improbable escenario de un avión
que se estrellara contra ese lugar» [8]. Y son solamente algunos de los
ejercicios organizados aquel día.
Por otro lado, parte del personal más calificado para responder a los
ataques estaba entrenándose al otro extremo del país. Fue ese el caso del
grupo mixto de intervención antiterrorista FBI/CIA, que estaba participando
en un ejercicio de entrenamiento en Monterrey (California). USA Today
reportaba el 11 de septiembre que «hacia el final del día, con el cierre de
los aeropuertos a través de todo el país, el grupo de intervención no tuvo
cómo volver a Washington». El sitio informativo evote.com agregaba el mismo
día que el FBI había desplegado «todos sus mejores agentes de operaciones
especiales y lucha antiterrorista (así como los helicópteros y aviones
ligeros asociados) en un ejercicio de entrenamiento en Monterrey», de manera
que en el momento de los ataques «la principal agencia federal responsable
de prevenir crímenes de ese tipo estada decapitada».
De la misma forma, a finales de agosto, dos terceras partes de los aviones
que componen el 27th Fighter Squadron habían sido enviadas de operaciones al
extranjero (a Turquía e Islandia). Con base en Langley, ese escuadrón es uno
de los encargados de proteger las zonas de Nueva York y Washington...
La simultaneidad de todos esos ejercicios en el momento de los atentados
reales, el 11 de septiembre en Estados Unidos, no puede explicarse por
simples coincidencias. Ello lleva a considerar que los organizadores de los
atentados sabían lo que se estaba preparando en el seno de los aparatos
estatales de Estados Unidos y Gran Bretaña, o sea, que los organizadores, o
por lo menos algunos de ellos, pertenecían a esos aparatos estatales. Pero,
¿por qué utilizar lo que sabían corriendo así el riesgo de ser descubiertos?
Punto 1: Los militares, responsables gubernamentales o miembros de los
servicios de inteligencia que pudieran desear un endurecimiento político no
podrían organizar atentados sin ponerse en evidencia. Esa es la función
primera de un ejercicio: otorgar a quienes lo organizan la legitimidad
necesaria para poner en marcha la operación, permitirles utilizar los
funcionarios e instalaciones gubernamentales para hacerlo y ofrecer una
respuesta satisfactoria a toda persona que pueda expresar inquietud por lo
que está sucediendo. Para que eso funcione es necesario, claro está, que el
escenario del ejercicio se parezca al atentado en proyecto.
Punto 2: Al ser programado para la fecha del atentado, el ejercicio permite
justificar el despliegue de hombres en el terreno, hombres que llevan el
uniforme de los servicios de seguridad o de socorro y que, por consiguiente,
no serán molestados. Es fácil introducir entre ellos, por ejemplo, a los
encargados de poner las bombas.
Punto 3: El desarrollo simultáneo de ejercicios en el momento de los
atentados reales permite perturbar la ejecución de las respuestas de los
servicios de seguridad y de salvamento no implicados mediante la confusión
entre la realidad y la ficción. Así sucedió en el caso de los aviones del 11
de septiembre cuando hasta 29 aparatos fueron señalados como secuestrados en
un momento de aquella mañana. ¿Adónde enviar entonces las patrullas? ¿Qué
edificios había que proteger de forma prioritaria?... No es difícil imaginar
el caos que aquello debió provocar en los puestos de mando.
La hipótesis de la existencia de organizadores de atentados en el seno mismo
del aparato estatal es chocante a primera vista. Existe, sin embargo, un
precedente histórico reciente. Desde finales de los años 1960 y hasta los
años 1980, la red Stay behind [9] de la OTAN orquestó atentados a través de
Europa. Conocido como «estrategia de la tensión», el caso fue revelado
oficialmente ante el parlamento italiano por el presidente del Consejo
Giulio Andreotti en 1990 y provocó un escándalo a nivel continental. Se
trataba entonces de asustar a la población para llevarla a aceptar la
pérdida de parte de sus libertades individuales a cambio de un incremento de
la seguridad.
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hola eres un cancionera siper