Una de vídeos

  1. La cadena 'Cuatro' ficha a Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, como reportera o, al menos, así se desprende de su actuación en este video donde, micrófono en mano, ejerce de periodista. Si su desparpajo ante las cámaras corre paralelo a su capacidad como ministra, que los dioses nos protejan.
  2. ¿Descargan ustedes películas a través de redes P2P? Pues no sean malos porque se arriesgan a bajarse una charlita de Santiago Segura, en lugar de su última película —Torrente 3—.
  3. El último no causa la misma hilaridad; más bien al contrario: se trata del video de la RAI —La matanza oculta— en el que se acusa al ejército estadounidenses de atacar Faluya con bombas de fósforo.

3 comentarios


  1. Lo del fósforo es más serio de lo que parece, dado que además cuentan con declaraciones de soldados norteamericanos.

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  2. Los comentarios oficiales que tratan de justificar la ausencia de reacción
    de la defensa estadounidense el 11 de septiembre afirman que los hechos eran
    tan inimaginables que los militares no estaban preparados para lo que
    sucedió. Sin embargo, numerosos ejercicios similares ya habían tenido lugar.
    Según USA Today, [4] «Durante los dos años anteriores a los ataques del 11
    de septiembre, el Comando de la Defensa Aérea de América del Norte (North
    American Aerospace Defense Command, NORAD, responsable de la defensa aérea
    de Estados Unidos y Canadá) condujo ejercicios que simulaban lo que la Casa
    Blanca calificó después de imaginable [.]: la utilización de aviones
    secuestrados como armas que se hacían estrellar contra objetivos.» Uno de
    los objetivos imaginarios no era otro que el World Trade Center. En lo
    tocante a esos ejercicios, el NORAD explica que se utilizan en estos «muchos
    tipos de aviones civiles y militares» para desempeñar el papel de los
    aviones secuestrados y poner a prueba «la detección de las trayectorias y la
    identificación [de los aviones], el despegue de urgencia y la intercepción,
    los procedimientos a seguir en caso de secuestro, la coordinación interna y
    externa de la agencia, así como los procedimientos de seguridad operacional
    y de seguridad de las comunicaciones». El vocero del NORAD agrega:
    «Organizamos cuatro ejercicios al año en los que está implicada toda la zona
    norteamericana, la mayoría incluye escenarios de secuestros de aviones.» [5]

    Por otro lado, la Secretaría de Defensa había organizado, del 24 al 28 de
    octubre del año 2000, o sea más de diez meses antes del 11 de septiembre,
    ejercicios sobre un posible ataque al Pentágono. Estos implicaban tres
    escenarios: un ataque terrorista contra la estación del metro que utiliza el
    personal, un accidente de construcción y. un avión de pasajeros que se
    estrella contra el Pentágono y ocasiona 342 muertos [6].

    El 11 de septiembre, también
    Más interesante aún es que hasta la propia fecha del 11 de septiembre fue
    escogida como día de ejercicios. En todo el país, decenas de bases militares
    y todo tipo de agencias gubernamentales estaban movilizadas para realizar
    simulacros. Veamos algunos ejemplos representativos de esos ejercicios.

    Ejercicio en el World Trade Center

    Tom Kenney, vocero de la Federal Emergency Management Agency (FEMA, agencia
    encargada del manejo de catástrofes) explicó al periodista Dan Rather que su
    agencia había sido desplegada en Nueva York en la noche del lunes 10 de
    septiembre con vistas a ejercicios previstos para el día 12. «Somos uno de
    los primeros equipos en haber sido desplegados para ayudar a la ciudad de
    Nueva York en ese desastre. Llegamos tarde en la noche del lunes y entramos
    en acción en la mañana del martes.»
    Esto fue confirmado por el alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, ante la
    comisión investigadora sobre el 11 de septiembre. «Había cientos de personas
    presentes, de la FEMA, del gobierno federal, del Estado, del buró estatal de
    manejo de situaciones de crisis y se estaban preparando para un ejercicio de
    ataque bioquímico.»
    Al igual que los anteriores, aquel ejercicio, llamado Tripod, debía simular
    un atentado bioquímico contra el World Trade Center, atentado que daría
    lugar a la evacuación del edificio.

    Ejercicio que implica el choque de un avión con un edificio

    Pocos minutos antes de los atentados del World Trade Center y el Pentágono,
    John Fulton, jefe del Strategic War Gaming Division du National
    Reconnaissance Office (NRO, agencia de inteligencia que maneja el espionaje
    desde el espacio. Depende del Departamento de Defensa y la mitad de su
    personal proviene de la CIA mientras que la otra mitad procede del propio
    Departamento de Defensa) organizaba un ejercicio de simulación programado
    desde hacía mucho tiempo. Veamos lo que dice un despacho de la Associated
    Press, fechado el 22 de agosto de 2002:
    «En lo que el gobierno describe como una extraña coincidencia, una agencia
    de inteligencia de Estados Unidos había programado para el 11 de septiembre
    un ejercicio durante el cual un avión perdido se estrellaba contra uno de
    sus edificios. Pero la causa no era el terrorismo -se trataba de un
    simulacro de accidente.
    Los responsables de Chantilly, en Virginia, base del National Reconnaissance
    Office, habían programado para aquella mañana un ejercicio durante el cual,
    debido a una avería mecánica, un pequeño jet privado se estrellaba contra
    una de las cuatro torres de la sede de la agencia.
    La agencia está situada a 4 millas [6,5 km] de las pistas del aeropuerto
    internacional Dulles de Washington y a 24 millas [40 km] del Pentágono. [ ]
    Se agrega además a esa coincidencia que el vuelo 77 de American Airlines -el
    Boeing 767 que fue desviado y se estrelló contra el Pentágono- había
    despegado de Dulles a las 8h10 el 11 de septiembre, 50 minutos antes del
    comienzo del ejercicio. [Este vuelo] se estrelló contra el Pentágono
    alrededor de 9h40.»

    Operación Global Guardian

    En el momento de los ataques del 11 de septiembre, un ejercicio militar de
    gran envergadura llamado Global Guardian estaba en pleno desarrollo. Había
    empezado la semana anterior e implicaba al US Strategic Command (Stratcom,
    agencia responsable de las fuerzas nucleares estadounidenses), en
    cooperación con el US Space Command y el NORAD. Teniendo como escenario un
    ataque nuclear de una potencia extranjera (Rusia) contra Estados Unidos,
    ponía en juego varios cientos de militares y estaba relacionado con otros
    simulacros, como Crown Vigilante (un ejercicio del Air Combat Command, el
    Comando Aéreo), Apollo Guardian (US Space Command), así como con los
    programas del NORAD Vigilant Guardian y Amalgam Warrior. Se trata de un
    ejercicio en el que se mezclan simulacros en sala y sobre el terreno [7].

    El puesto de mando del ejercicio Global Guardian estaba situado en un bunker
    subterráneo de la base de la Air Force en Offutt (Nebraska). Allí se
    hallaba, naturalmente, el comandante en jefe del Stracom, el almirante
    Richard Mies. Debido al ejercicio, era él quien dirigía aquella mañana todos
    los bombarderos, misiles de crucero y submarinos de Estados Unidos. También
    debido al ejercicio, tres aviones militares de comando equipados de
    sofisticados medios de comunicación habían despegado de la base. Esos
    aviones (E-4B) están concebidos para controlar las fuerzas nucleares desde
    el aire en caso de crisis. Son centros de comando alternativos para los
    altos responsables gubernamentales y permiten a estos últimos dirigir las
    fuerzas estadounidenses y operaciones de guerra así como coordinar las
    acciones de las fuerzas civiles en caso de crisis importante.

    En la mañana del 11 de septiembre, el personal de Fort Monmouth, una base de
    las fuerzas terrestres situada a 70 km de Nueva York, se preparaba para un
    ejercicio llamado Timely Alert II cuyo objetivo anunciado era poner a prueba
    las capacidades de reacción en caso de ataque químico. El ejercicio
    implicaba la participación de diferentes agencias y medios, como los
    bomberos de la base y la policía de New Jersey. En el mismo momento, en Fort
    Belvoir, a unos 15 km del Pentágono, se desarrollaba un ejercicio que debía
    «poner a prueba la seguridad de la base en caso de ataque terrorista».
    Mientras tanto, en el Pentágono, el doctor Matt Rosenberg estudiaba «un
    nuevo plan de urgencia médica basado en el improbable escenario de un avión
    que se estrellara contra ese lugar» [8]. Y son solamente algunos de los
    ejercicios organizados aquel día.

    Por otro lado, parte del personal más calificado para responder a los
    ataques estaba entrenándose al otro extremo del país. Fue ese el caso del
    grupo mixto de intervención antiterrorista FBI/CIA, que estaba participando
    en un ejercicio de entrenamiento en Monterrey (California). USA Today
    reportaba el 11 de septiembre que «hacia el final del día, con el cierre de
    los aeropuertos a través de todo el país, el grupo de intervención no tuvo
    cómo volver a Washington». El sitio informativo evote.com agregaba el mismo
    día que el FBI había desplegado «todos sus mejores agentes de operaciones
    especiales y lucha antiterrorista (así como los helicópteros y aviones
    ligeros asociados) en un ejercicio de entrenamiento en Monterrey», de manera
    que en el momento de los ataques «la principal agencia federal responsable
    de prevenir crímenes de ese tipo estada decapitada».

    De la misma forma, a finales de agosto, dos terceras partes de los aviones
    que componen el 27th Fighter Squadron habían sido enviadas de operaciones al
    extranjero (a Turquía e Islandia). Con base en Langley, ese escuadrón es uno
    de los encargados de proteger las zonas de Nueva York y Washington...

    La simultaneidad de todos esos ejercicios en el momento de los atentados
    reales, el 11 de septiembre en Estados Unidos, no puede explicarse por
    simples coincidencias. Ello lleva a considerar que los organizadores de los
    atentados sabían lo que se estaba preparando en el seno de los aparatos
    estatales de Estados Unidos y Gran Bretaña, o sea, que los organizadores, o
    por lo menos algunos de ellos, pertenecían a esos aparatos estatales. Pero,
    ¿por qué utilizar lo que sabían corriendo así el riesgo de ser descubiertos?

    Punto 1: Los militares, responsables gubernamentales o miembros de los
    servicios de inteligencia que pudieran desear un endurecimiento político no
    podrían organizar atentados sin ponerse en evidencia. Esa es la función
    primera de un ejercicio: otorgar a quienes lo organizan la legitimidad
    necesaria para poner en marcha la operación, permitirles utilizar los
    funcionarios e instalaciones gubernamentales para hacerlo y ofrecer una
    respuesta satisfactoria a toda persona que pueda expresar inquietud por lo
    que está sucediendo. Para que eso funcione es necesario, claro está, que el
    escenario del ejercicio se parezca al atentado en proyecto.

    Punto 2: Al ser programado para la fecha del atentado, el ejercicio permite
    justificar el despliegue de hombres en el terreno, hombres que llevan el
    uniforme de los servicios de seguridad o de socorro y que, por consiguiente,
    no serán molestados. Es fácil introducir entre ellos, por ejemplo, a los
    encargados de poner las bombas.

    Punto 3: El desarrollo simultáneo de ejercicios en el momento de los
    atentados reales permite perturbar la ejecución de las respuestas de los
    servicios de seguridad y de salvamento no implicados mediante la confusión
    entre la realidad y la ficción. Así sucedió en el caso de los aviones del 11
    de septiembre cuando hasta 29 aparatos fueron señalados como secuestrados en
    un momento de aquella mañana. ¿Adónde enviar entonces las patrullas? ¿Qué
    edificios había que proteger de forma prioritaria?... No es difícil imaginar
    el caos que aquello debió provocar en los puestos de mando.

    La hipótesis de la existencia de organizadores de atentados en el seno mismo
    del aparato estatal es chocante a primera vista. Existe, sin embargo, un
    precedente histórico reciente. Desde finales de los años 1960 y hasta los
    años 1980, la red Stay behind [9] de la OTAN orquestó atentados a través de
    Europa. Conocido como «estrategia de la tensión», el caso fue revelado
    oficialmente ante el parlamento italiano por el presidente del Consejo
    Giulio Andreotti en 1990 y provocó un escándalo a nivel continental. Se
    trataba entonces de asustar a la población para llevarla a aceptar la
    pérdida de parte de sus libertades individuales a cambio de un incremento de
    la seguridad.

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