¿Dañar la economía para ganar votos?

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es una institución para garantizar a los inversores, tanto nacionales como extranjeros, que en la bolsa española se juega limpio. La credibilidad de la institución se asegura por medio de cuatro cualidades: competencia, independencia, transparencia y equidad. Competencia para entender bien las transacciones que se hacen, incluyendo las complicaciones que ha creado la nueva ingeniería financiera. Independencia de intereses particulares, sean de empresas, sean del Gobierno. Transparencia para que no se hagan trampas, usando información privilegiada, por ejemplo, ni pactos secretos, y se dé a la sociedad la información debida. Equidad para que todos los participantes tengan oportunidad de ganar, de acuerdo con su talento, sus intuiciones o su suerte.

Dicho esto, se comprenderá lo serias que resultan para el prestigio internacional de la economía española las turbulencias que sacuden estos días a la CNMV. La dimisión de su presidente, Manuel Conthe, quien trató de provocar la dimisión del vicepresidente Carlos Arenillas, abrió la caja de Pandora.

Conthe justificó su dimisión ante la comisión económica de las Cortes por la intervención del Gobierno en la posición que tomó la CNMV en la etapa final de la OPA de Endesa. El Gobierno ha negado esta intervención, pero la prensa económica extranjera no se lo ha creído. "El intervencionista meddling Gobierno de España es el gran perdedor en la batalla sobre Endesa" escribía The Economist el 4 de abril del 2007. "Los perdedores son el enfoque intervencionista del Gobierno español y su régimen de regulación corporativa" (Financial Times, 4 de abril). El prestigio de la CNMV estaba en entredicho, por lo menos en lo tocante a su independencia y su transparencia.

Pero la cosa no ha quedado ahí. Para reforzar la acusación de que Arenillas había sido el intermediario de la presidencia en la decisión de la CNMV, Conthe tiró de la manta de los recuerdos. Adujo como prueba que Arenillas había actuado como correa de transmisión del Gobierno para registrar en la CNMV un informe sobre supuestas irregularidades en la venta de FG Valores (propiedad de Francisco González, presidente del BBVA) a Merry Lynch. Conthe insinuaba que era una venganza de Miguel Sebastián contra quien fue su superior en el BBVA. Ni la CNMV ni la Fiscalía Anticorrupción dieron curso a las acusaciones contenidas en el informe. Los documentos que lo componían desaparecieron en el incendio de la Torre Windsor, el 14 de febrero del 2005.

No es fácil determinar el significado de este embrollo, pero tampoco es importante. Ahora el episodio es agua pasada que remueve un funcionario frustrado, pero que se está llevando al molino del Partido Popular para fabricar metralla contra el Gobierno en su campaña para las elecciones municipales del 27 de mayo. Esta metralla electoralista puede resultar sumamente dañina para la economía española.

Ya hace meses, en este mismo periódico (10 de febrero del 2007), alertaba yo sobre el daño para el prestigio internacional de la economía española que podría resultar de la estrategia de la oposición, empeñada en presentar a este país como un país caótico, mal gobernado, en manos de ignorantes y mentirosos. Aunque estas acusaciones no casan con los resultados de la economía española (con su extraordinario crecimiento, importante creación de empleo, excedente fiscal sostenido y grandes inversiones en el extranjero) podrían afectar la opinión de inversores extranjeros sobre la fiabilidad y el riesgo de nuestra situación económica. Ahora el Partido Popular vuelve a la carga, utilizando un desgraciado incidente en la CNMV, para propalar por el extranjero la sensación de que España no es un país tan moderno y bien gobernado como su economía indicaría; que es algo parecido a una república bananera donde el Gobierno interviene en todo lo que le da la gana y "destruye un regulador cada mes". Hacer esas acusaciones y usar los incidentes que comentamos para ganar votos es de una suma irresponsabilidad.

Porque el mensaje del PP sobre la CNMV está calando no tanto entre los ciudadanos que van a votar el 27 de mayo cuanto entre los inversores internacionales, bancos y fondos de inversión de países remotos, los cuales, sin entender el contexto peculiar de las acusaciones del PP, se quedan con la impresión de que la economía española no es de fiar. En vez de contribuir a desactivar la onda de desconfianza que el episodio de la opa de Endesa y la actuación de la CNMV pueden haber causado entre los inversores internacionales, se dedican a agrandarla y exhibirla para ganar unos votos más.

De hecho, ya se ha detectado en el último mes una reducción de los flujos de fondos de inversión hacia España. Puede ser porque cada vez se habla más en los medios económicos internacionales (The Economist, 11 de mayo) de una notable reducción de la actividad inmobiliaria, pero puede ser que a esto se añada el mensaje de la oposición de que el Gobierno y las instituciones económicas de España no funcionan.

Luis de Sebastián, profesor honorario de Esade.