¿Es el PNV democristiano?

Hace 25 años, el Partido Nacionalista Vasco votó en contra de la despenalización del aborto, en los tres supuestos que la legislación todavía hoy recoge. En el debate parlamentario previo que se celebró, el PNV mostró su desacuerdo con la ley, que entonces propuso el Ejecutivo de Felipe González, argumentando que la vida humana comienza en el momento de la concepción y que, por consiguiente, el aparato legislativo debía protegerla en cualquier circunstancia. Tal vez ahora la propia Asamblea Nacional del PNV lo haya olvidado, pero las hemerotecas pueden salir en su ayuda, para recordarlo.

En consecuencia, que en estos momentos el Euzkadi Buru Batzar (EBB) se manifieste favorable a la ley de plazos que el Gobierno socialista ha presentado al Congreso de los Diputados se opone diametralmente a la postura que asumió en 1984 y en casi toda su historia centenaria. ¿Piensa el PNV de 2009 que la vida humana ya no tiene inicio en la fecundación? ¿Qué pistas científicas le han conducido a tal deducción? ¿O el PNV opina que, aun existiendo vida humana desde la concepción, la ley no debe ya garantizarla a toda costa?

Creo al mismo tiempo que en una sociedad como la vasca, azotada por la violencia terrorista, comprometerse en la defensa de la vida humana en cualquiera de sus etapas adquiere -si cabe- un valor mayor y más necesario.

El siempre considerado por los jeltzales como partido 'hermano' del PNV, Unió Democràtica de Catalunya (UDC), queriendo ser fiel a su trayectoria democristiana ha anunciado ya su total rechazo a la ley socialista. El PNV presentará sólo unas enmiendas que en modo alguno cuestionan la esencia de la ley de plazos de José Luís Rodríguez Zapatero y que se resume en la completa desprotección jurídica del individuo concebido pero no nacido en sus catorce primeras semanas de vida.

Creo que si el PNV apoya finalmente la ley de plazos deberá, de manera definitiva, dejar de ser clasificado como un partido democristiano. El PNV fue uno de los primeros partidos democristianos allá en los años treinta del siglo XX. También fue fundador de la Internacional Democratacristiana y perteneció a ella durante décadas. Su acreditado historial democristiano siempre ha enorgullecido a sus dirigentes y a la mayor parte de sus afiliados.

Por ejemplo, la vocación europeísta del PNV fue alimentada por su alineamiento con los partidos democristianos del continente. Valga recordar que los considerados como 'padres de Europa' -Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi, Robert Schuman y Jean Monnet- eran destacados dirigentes democristianos y católicos devotos.

En los albores del PNV, Sabino Arana formuló el nacionalismo como una oportunidad para regenerar espiritualmente al pueblo vasco. Cierto es que aquélla era otra época y una sociedad muy distinta a la actual. Pero Arana era una persona más religiosa que la mayoría de los vascos de su tiempo y, además, abrazó los postulados más conservadores del catolicismo de finales del siglo XIX y principios del XX. De hecho, él mismo se autocalificaría como 'integrista'. El lema del PNV 'Jaungoikoa eta lege zaharrak' ('Dios y leyes viejas'), y que por cierto aún conserva, no era retórica sino que sintetizaba un programa político al que los primeros nacionalistas -y muchos otros que han venido después- se sumaron con total convicción.

Pero -a diferencia de sus 'primos' carlistas- los nacionalistas, coincidiendo con el advenimiento de la Segunda República, asumieron la cultura democrática y se deshicieron del integrismo. Sin embargo, no pretendieron abandonar su identidad católica, que también trabajaron por mantener -con muchas dificultades- durante la Guerra Civil, cuando optaron por posicionarse en el bando republicano.

En la transición política, una vez legalizado, el PNV renunció a su confesionalidad en el Congreso de Pamplona de 1977. Un partido de masas en una sociedad ya secularizada no podía autodefinirse como oficialmente católico. Ni la propia Iglesia católica, que acababa de salir de la renovación del Concilio Vaticano II, valoraba como oportunos los partidos o regímenes políticos de naturaleza confesional.

Pero al igual que los grandes partidos democristianos y centristas, con largas experiencias de gobierno en países como Italia o Alemania, el PNV no quiso deshacerse del humanismo católico. Incluso, tras la llegada de la democracia, fortaleció sus vínculos con otros partidos de inspiración cristiana del Estado español.

Pero, desde finales de los años 80, el PNV comenzó a distanciarse de los clásicos y señeros postulados democristianos. En los últimos tiempos, por ejemplo, militantes o votantes católicos han tenido que mirar hacia otro lado, cuando el PNV mostraba una postura ambigua, cuando no cómplice, respecto a la batería de leyes socialistas que atentaban contra la institución familiar. Asimismo, hace unos meses los obispos vascos denunciaron judicialmente al Ejecutivo de Juan José Ibarretxe porque el Gobierno vasco incumplía los acuerdos Iglesia-Estado que garantizaban la enseñanza de la religión en las escuelas públicas.

Que el PNV se haya convertido en un partido permisivo con el aborto es, en mi opinión, el paso último para desechar su adscripción democristiana y que tanto bien le hizo a él como a la sociedad vasca durante un siglo entero. Cabría, ahora mismo, ubicar al PNV como un partido de centro, que pivota entre el ideario liberal y la socialdemocracia. No se encuentra en el PNV, en estos momentos, motivo alguno para que atraiga, de modo particular, el voto de los católicos vascos.

Pero al igual que en otros amplios espacios de la sociedad vasca, la presencia de afiliados del PNV se hace notar en la vida de la Iglesia católica. En el histórico compromiso de la Iglesia católica con la cultura vasca o con el euskera siempre se ha palpado la influencia al PNV. Naturalmente, las raíces católicas del PNV también ayudaron a forjar algunos de sus mejores valores, por los que todavía es conocido: Su denuncia a todo tipo de violencia venga de donde venga, su ausencia de odio, su apuesta por la reconciliación en multitud de circunstancias o por compaginar los intereses del capital y del trabajo...

Familias enteras, por ejemplo, distribuyen su tiempo libre, a partes iguales, entre la parroquia y el 'batzoki' de su pueblo o barrio. Oponerse a una ley que abre las puertas al aborto libre es, para ellas, un imperativo y no están dispuestas a ceder. Precisamente Mario Iceta, obispo auxiliar de Bilbao, ha relatado cómo miembros de todos los estratos del PNV le han mostrado, personalmente, su inquietud por la deriva proabortista de su partido. Seguro que harán todo lo posible para que el PNV recupere sus valores democristianos. La disciplina de partido les obliga a ser discretos, pero es probable que piensen, ahora más que nunca, organizarse como grupos de presión en sus respectivos 'batzokis'. No sólo buscan defender sus ideales nacionalistas y cristianos, sino también aquéllos por los que, con tanto ahínco, lucharon -antes que ellos- sus padres, abuelos y bisabuelos. Les deseo mucha suerte.

Borja Vivanco Díaz, doctor en Economía y licenciado en Sociología.