¿Es House un buen médico?

Por Joan Carles March, María Ángeles Prieto, María Escudero, Astrid Suess, profesores de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EL PAÍS, 27/04/06):

Gregory House, el considerado mejor médico del Hospital de la serie de éxito de la cadena Cuatro, no creemos que tenga las competencias adecuadas para ser considerado un buen médico. Puede parecer fuerte esta afirmación que hacemos sobre este particular y aventajado doctor que lo "cura todo", pero sus "maneras" con frases a pacientes del tipo "...¿Preferiría un médico que le coja la mano mientras se muere o uno que le ignore mientras mejora? Aunque yo creo que lo peor sería uno que te ignore mientras te mueres..." o "... ¡Está usted naranja, imbécil! y que usted no se dé cuenta, pase, pero si su mujer tampoco ve que ha cambiado de color es mala señal..." nos hace pensar que la empatía y la comprensión, el tener en cuenta las circunstancias individuales y personales de cada paciente o respetar la confidencialidad o intimidad del paciente, características fundamentales de un buen profesional, House no las tiene.

En nuestra opinión, se considera buen profesional de la medicina quien ofrece a sus pacientes información válida y fiable, información actualizada, objetiva y de calidad acerca de su enfermedad, quien propone diferentes opciones de tratamiento (riesgos y beneficios de las acciones terapéuticas, efectos secundarios, interacciones, etc), además de ofrecerles participar en las decisiones que afectan a su estado de salud junto a soluciones a los impedimentos y problemas estructurales que los pacientes perciben en el sistema sanitario...

Mientras tanto, los pacientes demandan un tipo de relación con su médico basado en la confianza mutua y el respeto y en el que quieren tomar parte en las decisiones que afectan su estado de salud. Según diversos estudios, las principales expectativas de los pacientes sobre las consultas son: suficiente tiempo en la consulta, posibilidad de obtener ayudas y facilidades para seguir el tratamiento, obtener un rápido servicio en una emergencia y tener un médico que les escuche, les dé información útil acerca de la enfermedad y sus tratamientos y que les permita discutir conjuntamente todos sus problemas.

En la actualidad, se habla de modelo de decisiones compartidas en la relación entre profesional sanitario-paciente donde tanto médico como paciente intervienen (en cuanto a preferencias de tratamiento) y toman la decisión, intercambian información y alcanzan un consenso para la toma de decisiones compartidas, frente a un antiguo modelo paternalista, en el que los pacientes juegan un rol pasivo y el personal sanitario decide por ellos, que ha entrado en crisis en los últimos años.

Existe una preocupación creciente por avanzar hacia un modelo de relación con los pacientes más horizontal, donde se tengan en cuenta sus necesidades y circunstancias personales, sus expectativas y preferencias, donde pueda desarrollarse un papel más activo y donde pueda decidir entre diferentes alternativas de tratamiento, contrastando riesgos y beneficios y en función de lo que considere que mejora su calidad de vida.

El cambio de siglo anuncia también un cambio de estilo en la relación profesionales sanitarios-pacientes y en el papel que éstos juegan en los servicios de salud. Cualquier persona que vive la experiencia de estar enfermo, especialmente en los procesos crónicos, adquiere un nivel de conocimientos y experiencia relativos a su enfermedad, que justifica un tipo de relación con su médico o enfermero basado en el intercambio, la confianza mutua y el respeto, en la búsqueda de las mejores decisiones que afectan a su vida y a su salud.

Por tanto, frases como "Casi todo lo que prescribo es adictivo y peligroso, la diferencia es que esto es legal. Feliz día" (a un enfermo asombrado al que ha recetado fumar), "Su madre ha sufrido un cambio de personalidad, hay que reconocerla. Mandaré a una enfermera, yo soy demasiado guapo" (al hijo de una anciana ingresada en el hospital), "La vida es un asco y la suya es peor que otras. Aunque las hay peores, lo cual también es deprimente" (animando a un paciente paralítico), "O la intervención ha ido muy bien o se la han cepillado" (junto al quirófano, a una amiga de una paciente) reflejan lo que no debe ser un buen profesional de la medicina.

En definitiva, los y las pacientes consideran que la confianza en sus médicos es un "bien colectivo", necesario para la eficacia del sistema sanitario. La confianza es un aspecto central en la relación entre las personas y más en la que se establece entre un médico y sus pacientes. Tener confianza en los profesionales que les atienden, tiene un alto significado para las personas, es un valor indiscutible e irrenunciable, ya que claramente influye en su relación y por tanto afecta a la valoración que realizan sobre la atención recibida y sobre el sistema sanitario en su conjunto. Por ello, House no pensamos que es un buen médico porque cree que debe curar las enfermedades y no a las personas.