¿Es Madrid de derechas?

En el cómputo global de las elecciones municipales de 1999, 2003 y 2007, sigue el empate técnico entre los dos grandes partidos españoles, ya que la diferencia de votos entre ellos es inferior al 1%. Esta vez la ventaja del PP ha sido de 160.000 votos. En el 2003, el PSOE ganó por 124.000 votos. ¿Por qué esta inversión de resultados? Porque la ventaja del PP se ha incrementado mucho en las autonomías de Madrid y Valencia. En Madrid la distancia del PP sobre el PSOE ha aumentado en 250.000 votos entre el 2003 y el 2007. Y en la Comunidad valenciana el plus es de 95.000.

¿Cuáles son las causas de esta aumento de la ventaja del PP en Madrid, que llevan a decir que la capital es el agujero negro del PSOE? Repasemos. Desde 1989, cuando Rodríguez Sahagún (CDS) ganó la moción de censura, apoyada por Alianza Popular, contra Juan Barranco, los del PP --primero con el gris Álvarez del Manzano-- han ganado siempre las municipales en Madrid. Y lo mismo sucede en la Comunidad de Madrid desde 1995, cuando, a finales del felipismo, Ruiz-Gallardón le sacó nada menos que 22 puntos de diferencia a Joaquín Leguina. Desde entonces el PP, con políticas eficaces (por ejemplo, la red de metro puesta en marcha por Gallardón) y el ejercicio del poder, ha ido tejiendo una trama de relaciones e intereses con dividendos electorales. Añadamos el aumento del nivel de vida en Madrid capital y en las ciudades circundantes (tanto residenciales como del antiguo cinturón rojo) y veremos que la evolución hacia el centro-derecha es un movimiento de fondo, reforzado por los medios de comunicación: tres diarios de la derecha de diferente tonalidad (La Razón, ABC y El Mundo) frente a un diario de centro-izquierda (El Pais).

En las elecciones del 2003 --con un PSOE renovado y la impopularidad de Irak--, Aznar otea peligro y mueve ficha. Para la alcaldía, frente a Trinidad Jiménez --la apuesta de Zapatero--, prescinde de Manzano y lo sustituye por Gallardón, presidente autonómico con largueza de votos. Y a Esperanza Aguirre, candidata in pectore a la alcaldía, pero todavía poco aguerrida, la envía a presidir la autonomía. Gallardón ganó de lejos a Jiménez, pese a su buen papel, y Aguirre derrotó a Rafael Simancas, pero sin mayoría absoluta. Dos tránsfugas socialistas obligaron a repetir elecciones, que Simancas perdió frente a la popular Aguirre.

Con todo, lo relevante es que desde el 2003 tanto Ruiz-Gallardón como Aguirre han sido dos máquinas --gubernamentales y electorales-- a pleno rendimiento y competitivas entre si. Gallardón lanza la candidatura olímpica, que no sale, pero permite mucha obra pública. Y se afianza en su apuesta centrista, hasta el punto que algunos medios (la COPE, por ejemplo) le atacan por demasiado abierto. Y Esperanza Aguirre asume la tendencia nacionalista del PP y refuerza el poder de la derecha mediática (control férreo de Telemadrid, nuevas licencias televisivas a Jiménez Losantos-).

Gallardón y Aguirre protagonizan desde el 2003 una frenética carrera para encarnar una derecha eficaz y con ambición. Y los dos han sonado como posible recambio de Rajoy si pierde las elecciones legislativas. Mientras, los socialistas del 2003 se han difuminado. O esfumado. Simancas no ha podido plantar cara a Aguirre. Y Trinidad Jiménez fue propulsada a un alto cargo en el Ministerio de Exteriores para dejar el campo libre a un gran candidato. ¿José Bono? ¿María Teresa Fernández de la Vega? Al final, un economista inteligente, Miguel Sebastián, pero desconocido. Los aspirantes del PSOE no tenían la notoriedad de Gallardón o Aguirre. Así, la gran proyección pública de sus candidatos, que ocupaban el cargo y tenían medios a su servicio, puede ser la razón principal del incremento del voto del PP.

¿Hay también una radicalización, a la derecha y antinacionalista (Estatut y pacificación de Euskadi), que puede trasladar la tendencia del domingo a las próximas generales? Algo sí hay. Sin embargo, la última encuesta del Instituto Opina, que preveía un aumento sustancial de los resultados de Gallardón y Aguirre, aporta datos interesantes cuando indaga la aprobación de las políticas de Zapatero y Rajoy. El 48,8%, frente al 45,5%, es crítico con la gestión de Zapatero (diferencial negativo de 3,4 puntos). Pero la misma pregunta sobre Rajoy da un saldo negativo muy superior: 23,9 puntos.

Sin negar el componente ideológico, el aumento de votos del PP en Madrid puede atribuirse al mayor atractivo de los candidatos del PP. La periodista madrileña Lucía Méndez ha escrito que, para ganar unas elecciones, primero hay que presentarse, y que el PSOE no lo ha hecho. Es una exageración, pero...

En definitiva, la extrapolación de los resultados autonómicos a unas generales es muy aventurada. En Catalunya el partido que suele ganar las autonómicas, CiU, se queda siempre bastante por detrás del PSC en las legislativas. Es probable que en Madrid el PP gane también las generales, pero la magnitud de su victoria puede ser muy diferente.

Joan Tapia, periodista.