¿Por qué molesta tanto TV-3?

La amenaza del cierre de las emisiones de TV-3 en el País Valenciano por parte de la Generalitat valenciana, gobernada por el Partido Popular, ha puesto sobre la mesa una serie de cuestiones que valdría la pena abordar, aunque sea de forma sumaria y al margen de la posible solución que se encuentre, si es que se encuentra alguna. Como verán, aquí no se trata únicamente de discutir el ámbito de emisión de una televisión autonómica, sino que entramos de lleno en uno de los asuntos más espinosos que quedaron sin resolver durante la transición: la posible articulación de un área de influencia que abarcara todos los países de lengua catalana.

El primer elemento que hay que valorar es lo que significa TV-3 para los valencianos. Para una amplia mayoría, TV-3 es "la catalana", la televisión en la que "no hacen programas del corazón" y en la que "explican muy bien el tiempo", según algunas opiniones recogidas por un servidor. No es una cadena que tenga grandes audiencias, pero sí suficientes como para que Canal 9 forzara en su día a que se apagaran las retransmisiones de fútbol de TV-3, por la cantidad de televidentes que preferían "la catalana", o para que un diputado de Esquerra Unida hiciera una intervención en el Parlament reclamando programas de calidad en Canal 9 y pusiera como ejemplo la audiencia que tenía entre los valencianos el programa Sense títol, de Andreu Buenafuente. Cuando empezó la guerra de Irak, los informativos de Canal 9 sufrieron una fuerte caída de audiencia. Muchos de sus seguidores se pasaron a los de TV-3, ya que se tenía la percepción de que explicaban mejor la realidad.

Además de todo esto, TV-3 es el medio que en el País Valenciano da voz a los que no la tienen, es decir, a la minoría nacionalista, pero también a una larga nómina de activistas, intelectuales, escritores y artistas en general que le resultan incómodos al PP. Uno de los escritores que vende más en lengua catalana, Ferran Torrent, apenas es invitado a Canal 9. Si tenemos en cuenta esto, no nos tiene que extrañar que 2.000 personas salgan a manifestarse en Castellón convocadas por SMS. A muchos de ellos, la desaparición de TV-3 les dejaría sin ningún medio de referencia, sin el lazo que los une a la comunidad catalanohablante. Ellos, precisamente, son los que viven en el ambiente más hostil.

Una de las condiciones que ha puesto el Govern valenciano para firmar un acuerdo de reciprocidad es que TV-3 deje de usar la expresión País Valencià. Si nos remontamos a la transición, veremos que País Valencià fue el nombre moderno que adaptaron las instituciones académicas y las organizaciones de izquierdas para referirse al viejo Reino de Valencia, una denominación anacrónica que solo defendían los franquistas nostálgicos. A la hora de negociar el Estatuto se incluyeron las dos en el preámbulo, pero el PSPV (atención: ¡Partit Socialista del País Valencià!) y la UCD pactaron Comunidad Valenciana como nombre oficial. Y ahora reflexionemos: ¿por qué es tan importante el nombre? Joan Francesc Mira lo ha explicado muy bien en La nació dels valencians: "¿Puede existir y puede haber la voluntad de hacer existir un país que se llame comunidad? ¿Tiene las mismas implicaciones y reverberaciones? ¿Tiene el mismo contenido conceptual y expresa el mismo sentido político? Es evidente que no. Porque no se trataba de una simple modificación terminológica, era un golpe decisivo --con plena conciencia de los responsables-- contra un proceso histórico que empezaba a dar miedo". Y continúa: "¿Quién puede gritar en un acto o una manifestación 'Visca la comunitat' o 'Co-mu-ni-tat va-len-ci-a-na!' con un mínimo de conmoción patriótica? ¿Quién puede creer o sentir que 'la Comunidad' es su país o patria?".

Un tercer aspecto que ha quedado al descubierto es el de la falta de relaciones normales entre Valencia y Catalunya. Algo bastante insólito si tenemos en cuenta que, desde el punto de vista eco- nómico, el País Valenciano es el principal cliente de Catalunya y también su principal proveedor, y al revés. Entre los dos concentran casi la mitad del total de exportaciones españolas. Se trata de dos economías altamente interrelacionadas, pero eso no tiene traducción en el ámbito político. ¿Por qué? En el caso del PP, es evidente que mientras piensen que el anticatalanismo les puede servir para ganar un puñado de votos no tendrán ningún interés en normalizar las relaciones. Y en el caso de Catalunya, porque empeñados en figurar en el pool de las grandes regiones europeas (los famosos cuatro motores de Europa) ha dejado de lado las relaciones con los socios que tiene más cerca, y con los que le unen más cosas. Es lo que Josep Vicent Boira ha calificado como "diplomacia a media distancia". El País Valenciano es el socio ideal para sumar esfuerzos con Catalunya en los ámbitos español y europeo.

Finalmente, habría que apuntar aquí la importancia de TV-3 para consolidar un mercado cultural que se exprese en catalán. Por eso, TV-3 no se puede limitar a ser una televisión autonómica más. Tiene que ser la televisión de referencia de una comunidad de 10 millones de hablantes, nuestra BBC. Y justamente por eso molesta tanto.

David Miró, periodista.