¿Tenemos un problema?

Por José Julián Isturitz, director del Observatorio de la Seguridad y Security Point (LA VANGUARDIA, 28/05/06):

Incremento de la sensación de inseguridad, robos, asaltos con violencia, secuestros exprés, habitaciones antipánico, patrullas urbanas, ansiedad e inquietud entre la ciudadanía. Y no hablamos de Moscú, Ciudad de México o cualquier otro lugar del planeta, en donde este tipo de situaciones son el lamentable pan de cada día. El foco informativo se centra estos días en varias localidades de Catalunya y de la periferia de Madrid, antes en Valencia, también en las zonas residenciales de las grandes ciudades. ¿Qué está cambiando? ¿Cómo nos está afectando toda esta situación?

Por poner cifras concretas, un reciente estudio (efectuado en siete países europeos) del Observatorio de la Seguridad sobre la percepción de los españoles y los europeos ante el robo domiciliario arroja datos muy interesantes. El 16% de los españoles declara haber sufrido un robo o un intento de robo en su domicilio. Esta cifra es inferior a la declarada por los europeos (el 29% en el Reino Unido), por lo que se da un binomio paradójico, ya que, por otra parte, seis de cada diez ciudadanos españoles manifiesta sentirse inseguro. Las mujeres mayores de 60 años y que han sufrido un robo en el pasado son las más afectadas por este sentimiento de inseguridad, a pesar de que los indicadores objetivos nos digan que estamos por debajo del índice europeo. Y eso sin contar que estas opiniones fueron manifestadas con anterioridad a la nueva ola de atracos con violencia. Presenciamos, con estupor, las nuevas forma de delincuencia que comienzan a proliferar en nuestro territorio. Hasta ahora, el modus operandi tradicional consistía en asaltar aquellos domicilios que pudieran albergar bienes con cierto valor económico, durante periodos vacacionales y aprovechando siempre la ausencia de sus ocupantes. Robar sin ser visto ni encontrar resistencia se consideraba tan importante como el posible botín que conseguir.

EL PERFIL DE LA NUEVA DELINCUENCIA está cambiando, vienen de países del Este o Sudamérica, exhiben cierta preparación militar o policial a raíz de la profesionalidad que demuestran, son capaces de agresiones brutales para conseguir sus fines y la mayoría no está fichada por la policía. Esta delincuencia - sin olvidar la que ya existía con anterioridad en nuestro país- produce fenómenos delictivos con mucho impacto mediático, que hacen que esta percepción de inseguridad esté aumentando exponencialmente. Los delincuentes van por delante de la respuesta que las fuerzas de seguridad son capaces de dar. La reciente creación del Centro de Inteligencia Policial es un intento de la administración pública de reaccionar de manera proactiva y no reactiva a esta problemática y dar respuesta a la inquietud de la población.

España tiene una muy baja cultura de la seguridad. Para la mayoría de las personas, el Estado y las fuerzas de seguridad nacionales y autonómicas son las responsables únicas en el mantenimiento de ésta.

Por eso, tenemos que implantar un nuevo concepto llamado seguridad sostenible, que consiste en aceptar que la seguridad es un derecho básico que debe garantizarse, que supone una respuesta de tolerancia cero, pero que eso no debe mermar otros derechos también fundamentales, como son el derecho a la libertad y a la intimidad. El concepto de seguridad no puede estar sujeto a medidas exageradas, ya que éstas pueden ser peor que el efecto. No puede buscarse la seguridad a costa de automarginarnos (patrullas ciudadanas, turnos de vecinos para bajar protegidos al garaje, vigilantes por doquier, cámaras por todos los sitios...) o criminalizar a razas o diferentes culturas por esta situación. Una mejor cultura de la seguridad nos ayudaría a poner las cosas en su sitio, dando una nueva perspectiva a la responsabilidad que debemos asumir también cada uno de nosotros en adoptar las medidas de autoprotección mínimas en nuestros domicilios, contando, cómo no, con la protección que nos deba ofrecer el Estado.

Pongamos unos últimos datos sobre la mesa: uno de cada cinco europeos manifiesta que su casa será menos segura en los próximos diez años; por el contrario, una cuarta parte de los europeos no toma ninguna medida tras sufrir un robo. ¿No es una contradicción a nuestro deber de ser responsables con nosotros mismos? Holandeses y suecos refuerzan la cerradura (47% y 27% respectivamente) ante un robo, mientras que los españoles sólo lo hacemos en el 16% de los casos - pese a que está demostrado que el 50% de los robos se produce por la puerta principal-. ¿Tenemos una cultura de la seguridad que nos ayude a saber cómo minimizar los riesgos?

TENEMOS, ENTONCES, UN PROBLEMA, pero lo tenemos todos, aunque a diferente nivel. El Estado es responsable de mejorar nuestra protección y adelantarse a la delincuencia con los medios adecuados y los ciudadanos deben demandar más información y proteger sus viviendas como si de una inversión se tratara. Tenemos un problema, pero no debemos magnificarlo ni dejar que el miedo se apodere de nosotros.

Por ello, finalizo con unas recomendaciones muy básicas, pero no por básicas a veces olvidadas: refuerce la seguridad en su puerta de entrada y vías de acceso a su domicilio, esto reduce a la mitad el riesgo de intrusión; no deje que su vivienda parezca desocupada; no dé información sobre sus hábitos a desconocidos; informe a la policía de situaciones sospechosas en su vecindario; cierre bien tanto puertas como ventanas cuando se ausente de su domicilio; benefíciese de los adelantos tecnológicos. En el caso de ser asaltado en su domicilio, colabore con los asaltantes (nada vale más que su vida y la de sus seres queridos); prevenga situaciones de riesgo utilizando el sentido común y la información disponible sobre seguridad.

Y ante todo, deje que los profesionales le asesoren e informen sobre las mejores soluciones. Luego, dedíquese a vivir libre pero seguro, nada ni nadie debe arrebatarle la sensación de libertad y tranquilidad.