10 lecciones del 11-S

EL 11 de septiembre supuso una terrible conmoción. En el espacio de unas cuantas horas, Al Qaida se convirtió en el sinónimo mundial de terrorismo. En 2004 y 2005, Al Qaida alcanzó el suelo europeo. Los terribles atentados de Madrid y Londres empujaron a la creación del coordinador de la lucha contra el terrorismo de la UE y la adopción de la propia Estrategia de la Unión Europea de Lucha contra el Terrorismo.

Pero, seamos claros, mi trabajo y, en general, la lucha antiterrorista no se limita sólo a Al Qaida. Ni tampoco al terrorismo islamista. La Unión Europea se opone y lucha contra el terrorismo, cualquiera que sea su motivación, sea terrorismo de derechas o de izquierdas, sea terrorismo separatista o de Al Qaida.

A continuación, mis diez lecciones que nos pueden ayudar a seguir adelante:

Contar con una Estrategia de Lucha contra el Terrorismo es vital, porque se evitan los vaivenes: una reacción excesiva justo después de un atentado —tentación en la que desgraciadamente se cae regularmente—y, entre atentado y atentado, una especie de «cansancio antiterrorista» igualmente nocivo, basado en la creencia paradójica de que cuando no hay atentados, no hay amenazas.

Invertir más y de manera más creativa para prevenir los actos terroristas antes de que ocurran. Hemos recopilado las mejores prácticas sobre cuestiones como la formación de dirigentes religiosos, la radicalización en los centros penitenciarios, el papel de las autoridades locales, el control en las comunidades locales e internet. Pero tenemos que comprender el proceso de radicalización en la violencia. También tenemos que mejorar la manera de contrarrestar la forma de presentar las cosas de Al Qaida, especialmente en internet. La sociedad civil, particularmente las víctimas y las organizaciones de víctimas, tienen rotundas voces que deberían ser escuchadas. Y, más importante aún, en el mundo árabe el pueblo está apelando a la dignidad, la democracia, la libertad, las oportunidades económicas y el Estado de Derecho. No se trata, por tanto, del mensaje de los terroristas.

El respeto de los Derechos Humanos y del Estado de Derecho. La Unión Europea ha puesto en entredicho la «guerra mundial contra el terrorismo», paradigma del pasado de la Administración de Estados Unidos. Los terroristas tienen que ser investigados, enjuiciados y condenados de acuerdo a las normas generales del derecho penal. De esta manera podremos despojar al terrorismo de la falsa aureola que le rodea. A los autores de los atentados de Madrid no se les conoce como «mártires», como cuando se habla de los presos de Guantánamo. ¿Por qué? Porque a aquéllos se les juzgó y condenó por sus actos criminales. Las medidas de emergencia no han de convertirse en permanentes. Apoyamos firmemente los esfuerzos del presidente Obama por volver a acercar la respuesta de los Estados Unidos ante los actos terroristas al paradigma tradicional de orden público y de Justicia penal. A largo plazo pueden prevalecer en la lucha contra el terrorismo sólo si respetamos nuestros valores fundamentales: el Estado de Derecho, los Derechos Humanos y el Derecho Internacional.

Aumentar la recopilación de datos y la protección de los datos. Debido a la naturaleza cambiante de la amenaza («terroristas solitarios», «terroristas durmientes»), tenemos que recoger y compartir los datos más pertinentes, como los datos policiales —ADN, huellas dactilares— y los judiciales —registros de antecedentes penales—, pero también la información de la que dispone el sector privado, como registros de nombres de pasajeros, datos de teléfonos móviles... Al mismo tiempo, es igualmente importante concebir sistemas sólidos para la protección de los datos. En Europa es indispensable que las medidas destinadas a facilitar el intercambio de datos cuenten con el apoyo de los Parlamentos y de la opinión pública.

Más asociaciones entre el sector público y el privado. Esto es importante, por ejemplo, por lo que respecta a la financiación del terrorismo y a la seguridad del transporte de mercancías. El paquete-bomba de Yemen de octubre de 2010 desveló muchas sorpresas. Existían normas muy diferentes para controlar a los pasajeros y sus equipajes en comparación con la carga transportada. Las aduanas y los servicios antiterroristas deben mejorar su cooperación.

Más seguridad en relación con la investigación. La investigación es importante y puede servir para aumentar tanto la seguridad como la libertad («protección de la intimidad desde el diseño»). El reto está en determinar cuáles son las necesidades reales, pues de lo contrario las elecciones las hará la industria —cuyo motor es el sector de la defensa— o la tecnología.

La seguridad informática como nuevo reto. Los atentados informáticos tienen el potencial de causar un daño enorme con un impacto directo sobre las centrales nucleares, el control del tráfico aéreo y la red eléctrica. En la Unión Europea, está creciendo el consenso sobre la necesidad de aumentar el nivel de preparación para adoptar una estrategia que reúna a todos los interesados y para iniciar la definición de un código de conducta sobre cómo comportarse en el espacio cibernético.

Reforzar la capacidad de resistencia. Tenemos que aumentar la capacidad de resistencia de las infraestructuras vitales. También tenemos que incrementar la capacidad de resistencia de la sociedad. Cuantos más riesgos esté dispuesta a aceptar una sociedad, tanto menos impelidos se sentirán los gobiernos a adoptar medidas antiterroristas de excesiva intromisión, las cuales restringen la libertad de circulación, la libertad de expresión y la intimidad.

Mejorar la integración entre los aspectos internos y externos de la seguridad. Los terroristas viajan a las zonas en crisis y regresan de ellas. Los Estados en descomposición constituyen también una amenaza para nuestra seguridad interna. Los aspectos internos y externos de la seguridad están relacionados entre sí. Hace falta una respuesta completa que utilice todas las herramientas de las relaciones exteriores disponibles —comercio, ayuda para el desarrollo, política exterior, defensa, servicios policiales, Justicia— para lograr la paz, la seguridad y la estabilidad.

Una estrategia en la que la ayuda para el desarrollo y la seguridad estén plenamente integradas. Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea han adoptado recientemente una amplia estrategia para el Sahel, una región en la que es indiscutible que no habrá desarrollo sin seguridad. Por ejemplo, la región del norte de Mali se ha hecho demasiado peligrosa para el personal dedicado a labores de desarrollo debido al peligro de secuestro. A la inversa, tampoco habrá una seguridad duradera sin desarrollo. En la región, los jóvenes carecen prácticamente de alternativas en la economía local, salvo colaborar con los terroristas. La utilización de este doble planteamiento —desarrollo y seguridad— debería servir de modelo para otras regiones.

Giles de Kerchove, coordinador de la Lucha Contra el Terrorismo de la UE.

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