15-M y 12-M: balance y retos

La emergencia del 15-M fue una sorpresa tanto por su impacto mediático como por el apoyo que recibió por parte de la población. ¿Cómo interpretar ese fenómeno? ¿Qué impacto ha tenido ese evento un año después? ¿Qué diferencias hay entre el 15-M del 2011 y el 12-M del 2012? Estas tres preguntas son las que se intentan responder en el texto que sigue.

Para interpretar lo acontecido hace un año es preciso señalar que el ánimo de la protesta del 15-M estaba conectado con lo que ocurría a nivel internacional. Anteriormente, ciudadanos de Islandia, Irlanda, Grecia y Portugal ya habían salido a las calles para protestar contra sus autoridades, y pocos meses antes también había estallado la primavera árabe. Pero más allá de esta conexión, lo más llamativo del 15-M fue el factor sorpresa: nadie lo planeó y menos lo previó. Fue la represión de una manifestación convocada por Democracia Real Ya en Madrid lo que desencadenó la ocupación de la Puerta del Sol el día 15 de mayo del año pasado. Poco después, ciudadanos de todas las localidades del país también ocupaban el espacio público: era el 15-M.

Este evento aconteció en un momento muy sensible, ya que una semana después se celebraban elecciones locales y autonómicas. ¿Qué relación tuvieron las elecciones del 22-M con el 15-M? Posiblemente, la inhibición de las autoridades a la hora de utilizar la fuerza para desalojar a los manifestantes y, con ello, la percepción de los ciudadanos de que salir a la calle para expresar su frustración y malestar era posible e incluso gratificante. Esta afirmación no pretende decir que el 15-M fuera fruto del 22-M, pero posiblemente sin el 22-M el 15-M no hubiera sido lo que fue.

Pero también es preciso señalar que el 15-M supuso una expresión novedosa por su capacidad de atracción y por su habilidad comunicativa y organizativa. Puso de acuerdo a un heterogéneo número de personas alrededor de una constelación de denuncias que pueden sintetizarse en tres ejes: el rechazo a los partidos por su naturaleza corporativa y por su desconexión con la ciudadanía; el repudio a que el poder financiero dicte las políticas de los gobiernos; y la denuncia de la precarización laboral en nombre de la competitividad. Además, destacó por su habilidad en un entorno dominado por las redes sociales ya que a través de estas los activistas pudieron comunicar lo que acontecía en tiempo real, amplificándolo y generando un efecto bola de nieve.

Con todo, lo más llamativo del 15-M fue su permanencia a lo largo del tiempo y su capacidad de resistir ocupando espacios públicos. En esta dirección, el 15-M fue sobre todo una confederación de movilizaciones locales coordinadas en red, que no se agotaron con el desalojo de la Puerta del Sol o de la plaza de Catalunya. Por eso es preciso preguntarse hoy cuáles han sido los impactos del 15-M

y qué se puede aprender después del 12-M.

No es fácil establecer impactos directos entre movilizaciones y cambios sociales. Sin embargo, es obvio que existe una tensión entre ambos. En el caso del 15-M es posible señalar impactos claros en tres ámbitos: en las conductas de los ciudadanos, en la organización de los movimientos y en la introducción de determinados temas en la agenda política.

En cuanto a las conductas, es posible señalar que el 15-M supuso una repolitización de un sector de la sociedad al mostrar una nueva cultura política ciudadana más crítica y exigente. También fue un evento de socialización política para una generación de jóvenes que salieron a la calle en contra de la estigmatización de ninistas que se les había asignado.

Respecto la forma de operar de los movimientos, el 15-M también supuso una lección. Con dicho evento se constató la importancia de operar en red y horizontalmente a través de las redes sociales. El 15-M fue un movimiento robusto precisamente porque no tuvo líderes ni conexiones partidarias, y porque impulsó demandas desde fuera de los canales institucionales. En este sentido, el 15-M fue una expresión de la nueva política entendida como una actividad global, integradora y reivindicativa. Y, finalmente, en cuanto a introducción en la agenda política de propuestas, es preciso señalar que el 15-M tuvo capacidad de generar diversas iniciativas sociales y de control ciudadano, como fueron las de la dación en pago para evitar desahucios o la reforma de la ley electoral.

Para finalizar, cabe preguntarse cuál es la gran diferencia entre 12-M y 15-M. Para las autoridades la diferencia más llamativa ha sido la desaparición del factor sorpresa y la elaboración de una respuesta de carácter punitivo a través de la criminalización de la protesta (incluso pacífica) y del acoso policial. Para el movimiento, la diferencia ha sido la necesidad de demostrar que el clamor ciudadano de «más democracia y más derechos» no pasa solo por salir a la calle, sino también por innovar formas de intervenir en la política y por la elaboración propuestas. Sin duda, los retos a que se enfrenta el 12-M y el 15-M son innumerables, pero ya se han dado algunos pasos.

Salvador Martí Puig, profesor de la Universidad de Salamanca y miembro del CIDOB.

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