20-D: oportunidad para el cambio

España es incapaz de cambiar para responder al malestar social y a la demanda de cambio que existe en Catalunya. La únicas alternativas son la frustración permanente o la independencia”. En los últimos años he escuchado en muchas ocasiones expresiones de este tipo, como justificación tanto para renunciar a liderar desde Catalunya la reforma política en España como para optar por la ruptura.

¿Es acertada esta percepción de inmovilidad de la sociedad española? En todo caso, ¿qué factores han bloqueado la capacidad de cambio político? Y, lo más importante, ¿qué circunstancias pueden romper este quietismo?

La hipótesis que aquí sostendré es que el 20-D supone una oportunidad para el cambio político. La razón es que esas elecciones romperán el bipartidismo que gobernó la política española. Fue ese bipartidismo, con gobiernos de mayoría absoluta, lo que ha bloqueado la capacidad para cambiar. Pero antes de ver por qué un sistema multipartido que obligue a formar coaliciones de gobierno será más proclive al cambio que un sistema bipartidista de mayorías absolutas, permítanme cuestionar la afirmación de inmovilismo de la sociedad española.

20-D oportunidad para el cambioEs imposible encontrar en el último medio siglo una sociedad más proclive al cambio que la española. Primero fue la transición a la democracia, con la elaboración por consenso de una nueva Constitución. Vino precedida de un nuevo contrato social, los llamados pactos de la Moncloa. Pusieron las bases de un nuevo modelo socioeconómico que combinó economía de mercado con programas sociales de bienestar: educación pública, sanidad universal, cobertura de paro y pensiones públicas. Fue una salida modélica de una dictadura y de construcción de una economía social de mercado, y caso de estudio en muchas universidades extranjeras.

Unos años después nos enfrentamos a otros dos retos enormes. Primero fue el ingreso en la Comunidad Económica Europea y la apertura al exterior. Más tarde, la entrada de la peseta en el euro. Todo ello acompañado de una transformación social, en cuanto a valores y costumbres, que ha hecho que la España de hoy no tenga nada que ver con la de hace cuatro décadas.

El resultado de todos estos retos evidencia la capacidad para el cambio de la sociedad española. Pero también es cierto que esta capacidad de la sociedad no se ha visto acompañada de la habilidad del sistema de partidos para dar cauce a la demanda de cambio político. Una demanda surgida en especial, aunque no únicamente, alrededor del descontento con el modelo de reparto de poder político y de financiación del Estado de las autonomías.

¿Por qué esa asimetría entre la capacidad para el cambio social y el quietismo político? La explicación está en los gobiernos de mayoría absoluta. España es prácticamente el único país europeo que ha tenido gobiernos de este tipo a lo largo de las ultimas décadas. Los gobiernos de mayoría absoluta tienen algunas ventajas para gobernar el cambio económico, pero carecen de incentivos para la reforma política. Es decir, para introducir cambios en la estructura del poder.

Un gobierno de mayoría absoluta no gana nada cambiando las cosas. Al contrario, la reforma política introduce el temor a perder la mayoría. Sólo cuando existe incertidumbre sobre el futuro aparece un incentivo para la reforma. Eso es lo que ha comenzado a ocurrir ahora. En la agenda para las elecciones del 20-D todos los partidos, incluido el partido en el Gobierno, incorporan ahora asuntos como las reformas legales y constitucionales o políticas sociales que hace dos años no estaban en su agenda política.

Es la incertidumbre sobre el futuro lo que nos hace proclives al acuerdo. Tanto a los individuos como a los grupos políticos. El consenso para la reforma de las reglas básicas que regulan la vida política y social surge de la incertidumbre respecto de la posición que tendremos en el futuro. Si tenemos certeza de nuestra situación futura, no tenderemos a acuerdos que nos hagan perder una parte de nuestros privilegios actuales. Por el contrario, cuando no estamos seguros de si en el futuro podremos hacer frente por nuestra propia cuenta a situaciones de paro, de enfermedad o a la educación de nuestros hijos, nos volvemos más razonables. La existencia de un velo de ignorancia respecto de nuestra situación futura es lo que nos hace más sensatos y favorables a aceptar el cambio. Ese velo de ignorancia sobre el futuro es lo que hizo posible el contrato social que está detrás del éxito de la transición política española.

Lo mismo ocurre con los partidos políticos. Bajo el sistema bipartidista no había velo de ignorancia. El objetivo del PSOE y del PP era ganar las elecciones para gobernar con mayoría. La reforma era una amenaza a esa mayoría. Ahora la ruptura de ese bipartidismo en las elecciones europeas y municipales ha introducido una incertidumbre, un velo de ignorancia respecto del futuro. Esta nueva situación es la que, a mi juicio, hace que el 20-D sea una oportunidad única para el cambio político que España necesita. Un cambio que quizá no sea suficiente para los independentistas de toda la vida, pero que puede ser una vía de salida aceptable para la mayoría.

Antón Costas, catedrático de Economía de la Universitat de Barcelona.

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