20-M en Venezuela: coronación cubana o el fin de Maduro

Venezuela, 6 de diciembre de 2015, elecciones parlamentarias. Estuvimos allá acompañando la votación injusta y abusiva, pero la última relativamente libre que convocó el narco-tirano Maduro. El triunfo opositor se tuvo que reconocer por la presencia organizada de testigos electorales en todas las mesas, dirigida por Roberto Picón, y por el último vestigio de dignidad democrática de las FF.AA., cuando cerraron la votación a la hora establecida, evitando el acostumbrado vuelco nocturno de resultados. El régimen reconoció el cómputo, pero no sus consecuencias políticas, por lo que inició el golpe continuado que intenta finiquitar el venidero 20 de mayo.

En las postrimerías de ese 2015, fraguando procedimientos y violando leyes, Maduro copó completamente el poder judicial para castrar al Parlamento opositor, mediante decenas de fallos espurios que no permitieron al Legislativo aprobar ni la ley de la gravedad. Después anuló el referéndum revocatorio presidencial.

Pero la debacle económica acorraló a Maduro, quien después de robar los cuantiosos ingresos petroleros, endeudar su país mediante bonos del hambre a Wall Street, vender el oro y las reservas internacionales, retirar los recursos del FMI, hipotecar la faja de Orinoco y CITGO, chocó con la limitación de no poder seguir expoliando su país sin apoyo parlamentario. Desesperado, trató de reemplazar al Congreso con sus jueces, pero ante el rechazo a su ignominiosa maniobra procedió a reprimir ferozmente las protestas ciudadanas, regando las calles con la sangre de decenas de heroicos jóvenes, que prefirieron morir de pie antes que vivir de rodillas.

La lección de 2015 fue asimilada, el régimen no volvería a convocar comicios libres. Empezó la pantomima «electoral»: encumbrar un soviet constituyente sin voto universal; exiliar, inhabilitar o encarcelar líderes opositores; relocalizar cientos de miles de votantes y trasladar recintos electorales horas antes del sufragio; chantajear con el hambre mediante bolsas CLAP y carnets de «la patria» a cambio de votos; inflar el resultado oficialista como lo denunció Smartmatic; desconocer el triunfo opositor en Zulia; robar abiertamente la gobernación de Bolívar; volcar tramposamente miles de sufragios en Lara ante la vergonzosa aceptación de Henry Falcón, quien hoy promete ganar y defender en el país lo que no pudo en su estado. El fraude y la manipulación hoy son abyectamente descarados.

El próximo 20 de mayo llega la estocada final de la cubanización, porque Maduro se coronará bailando macabramente sobre los escombros del país más rico de América, al que su inepta criminalidad ha dejado sumido en hiperinflación y contracción económica, en catástrofe humanitaria con ribetes de distopía surrealista, bajo una represión sangrienta y persecución feroz. Su coronación cubana requiere padrino y pareja, son el inefable Zapatero y su copiloto Falcón. Después del 20M Maduro llamará a un gobierno de «unidad», para reclamar reconocimiento internacional y la suspensión de sanciones, cuando las más dañinas y oprobiosas son su auto-embargo petrolero y su depredación criminal. Los gobiernos democráticos, ignoremos a los serviles de la ALBA, no deben morder el anzuelo ni respaldar el «diálogo» con esa «oposición» servilmente seleccionada, como producto de esta pantomima fraudulenta.

Después del 20 de mayo o se erige una segunda Cuba en pleno 2018, o se precipita el principio del fin de la narco-tiranía de Maduro. Depende de cuatro factores en las próximas semanas: la resistencia civil interna, la presión externa, el quiebra militar y la vecina Colombia.

Los venezolanos que han sacrificado casi todo están llamados a resistir y rechazar esta coronación dentro y fuera de Venezuela. La coordinación entre Antonio Ledezma en el exilio; Leopoldo López, Daniel Ceballos y las decenas de presos políticos en casas y cárceles; y la indoblegable María Corina Machado en calles y universidades, es esencial y será determinante. El hemisferio debe garantizar la libertad e integridad de Machado, porque un Maduro empoderado viene por ella.

La comunidad internacional debe desconocer esta coronación dictatorial, expulsar a Maduro de la OEA, sancionar a los delincuentes del régimen, incautar sus bienes y expulsar a sus testaferros y parientes de cada país decente, romper relaciones y replegar embajadores, además de respaldar las acusaciones por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal de La Haya.

Esta combinación coordinada y sistemática es lo único que puede llevar a soldados de honor, cuyo uniforme fue teñido con la sangre de jóvenes patriotas y mancillado con la cocaína traficada por sus generales criminales, a desconocer al régimen opresor emulando a sus pares nicaragüenses, para así redemocratizar la tierra del Libertador.

Siete días después de la coronación de Maduro, Colombia tiene la palabra. Elige a Petro, el devoto asesor chavista y amigo del narco-tirano venezolano, o vota por Duque y una Colombia con paz, sin narcotráfico y solidaria con el rescate de la democracia vecina.

20 de mayo en Venezuela se viene la cubanización dictatorial total, o llega el fin de Maduro y el principio de la recuperación de la libertad.

Andrés Pastrana y Jorge Quiroga, expresidentes de Colombia y Bolivia, respectivamente.

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