Miércoles, 17 de diciembre de 2003

Por Enric Sopena, periodista (EL MUNDO, 17/12/03):

El profesor J. H. Elliot escribe en su magnífica biografía del conde-duque de Olivares: «Al final, el problema de Cataluña no se iba a resolver con tanta rapidez como habían supuesto los ministros». Corrían los años 30 del siglo XVII. En diciembre de 1640 la Guerra de Separación condujo a la independencia de Portugal, finalmente reconocida en el Tratado de Lisboa (1668), que fue firmado por el monarca portugués Pedro II.

En 1640 buena parte de la nobleza portuguesa y de otras clases sociales se enojó visiblemente debido a la orden procedente de Madrid de que contribuyeran a sofocar la revuelta existente en Cataluña.…  Seguir leyendo »

Por Miguel Herrero de Miñón, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (EL PAIS, 17/12/03):

Pujol sale del Gobierno de la Generalitat y, en lo que a Cataluña hace, debiera entrar por la puerta grande de la historia, porque histórico, es decir, capaz de dejar huella para el mañana, ha sido su quehacer como nacionalista y como estadista.

Que Pujol es un nacionalista catalán resulta evidente: más aún, en la historia del nacionalismo como cristalización del catalanismo, Pujol es la figura de mayor relieve. No ha sido su promotor ni su catalizador, emblema o mártir, y a todo ello es fácil poner nombres, sino algo más importante: el que ha dirigido y protagonizado la empresa de hacer de la Nación catalana una institución política estable e irreversible.…  Seguir leyendo »