El líder que nunca supo dimitir
Ramy Wurgaft fue corresponsal de EL MUNDO en Jerusalén entre 1990 y 2002 (EL MUNDO, 06/11/04):
Es lamentable que un mal incurable y no un acto de voluntad propia haya marginado a Yasir Arafat del poder. Porque sin desmerecer su contribución a la causa palestina, los errores que cometió en los últimos años justificaban -incluso hacían imprescindible- su renuncia. Nadie pone en duda que el rais fue una figura clave para forjar la identidad de un pueblo al que no sólo Israel, sino los propios estados árabes, desconocían como tal. Valiéndose de su coraje -los atentados contra su vida son incontables- y su carisma, el hombre de la kefiya (pañuelo árabe) consiguió unificar -o aplastar si era necesario- a las facciones que se disputaban el liderazgo, motivados por ambiciones parroquiales y hasta canallescas.… Seguir leyendo »