«Por quien caduca ya su valentía»
Cuando a mediados de los 90 mi excompañero de colegio José Manuel Soares Gamboa me escribió para contarme cómo el comando Madrid había intentado asesinarme unos años antes, enseguida descarté la idea de emprender acciones penales, sin tan siquiera tomarme la molestia de echar cuentas para saber si el delito estaba o no prescrito. Aunque ni entonces ni ahora -cuando grabando un programa de televisión volvió a utilizar la palabra «ejecución» para expresar lo que pretendían hacer conmigo esos autonombrados verdugos- podía sentir la menor simpatía o comprensión hacia Soares Gamboa, era indiscutible que, en mi caso, él me había contado lo que sabía movido por el arrepentimiento y que, en los de aquellas de sus víctimas que ya nunca podrían recibir confidencias parecidas, al menos había tratado de paliar el irreparable daño causado, testificando contra los restantes asesinos.… Seguir leyendo »