Pangloss desnudado
Amediados de la semana pasada, mientras yo llegaba a la Liguria para recoger el premio dedicado a la memoria de mi admirado Isaiah Berlin, el telón del Gran Teatro de La Scala se levantaba en Milán en medio de una expectación sin precedentes durante muchas temporadas operísticas. Se trataba del estreno del montaje del canadiense Robert Carsen sobre la versión musical de Cándido, compuesta por Leonard Bernstein con libreto de Lillian Hellman, a partir de la obra de Voltaire. Aunque hay que suponer que tanto el genial autor de West Side Story, como la mercurial dramaturga amante de Hammett, como el cínico padre de la Ilustración debieron de asomarse al borde de sus tumbas para asistir a la representación, no era ninguno de ellos quien se comía las uñas entre bambalinas cuando el discípulo de Bernstein, John Axelrod, se sumergió, batuta en mano, en el foso de la orquesta.… Seguir leyendo »