Que lo decidan a penaltis
Los defensores de la España constitucional nunca agradeceremos suficientemente a Joan Laporta el ejercicio de clarificación que se desprende de su vibrante conversación con Salvador Sostres sobre el paralelismo entre las seis copas del Barça en 2009 y la lucha de Cataluña por su independencia. ¿Qué digo paralelismo, si para él una y otra cosa no son sino las dos caras de una misma moneda?
Nadie podrá negar la elemental capacidad apelativa de su discurso. Por fin un señor al que se le entiende todo. Por fin un fulano que no utiliza las evasivas de los políticos. Basta contemplar el desfile de sus proposiciones, alineadas una detrás de otra cual refulgentes antorchas en la oscuridad, para descubrir el manifiesto electoral más claro que nunca nadie ha trazado desde el rostrum del estadio: puesto que el Barça es «portador de la épica más emocionante de la historia, la que guía a los pueblos sometidos a la libertad», puesto que «hemos ganado practicando un fútbol que se basa en tener el balón y en saber qué hacer con él», puesto que «sin ideales futbolísticos y nacionales no somos nada», puesto que «Cataluña necesita un Estado propio», puesto que «la caverna mediática españolista no podrá digerir nunca el 2 a 6 del Bernabéu», puesto que «hemos intentado dialogar, pactar y ceder hasta convertirnos en el felpudo del Estado español», puesto que «ya sólo faltaba que el Tribunal Constitucional se crea con derecho a corregir una sola coma de lo que ha aprobado el pueblo de Cataluña», puesto que «la lucha por nuestra libertad es la más romántica, la más hermosa que puede librar un pueblo», puesto que «yo no soy un mártir pero sí que puedo ser un líder y me parece muy bella la aspiración nacional de conseguir la libertad para mi país… quiero saber si hay un millón de personas dispuestas a seguirme».… Seguir leyendo »