De las visiones del chamán al historiador
La profesión de un historiador puede resultar macabra. Yo me dedico a charlar con los muertos. Me acerco de ellos a través de los restos de sus existencias -los documentos que escribieron, las imágenes que dejaron elaboradas, los objetos que usaron, los edificios que habitaron y los vestigios que quedan de su paso por el paisaje o por las calles-. Les molesto -o a veces me da esa sensación- con mis interrogatorios intrusos. Y a veces, muy raras veces, me contestan, contándome sus vidas, confiándome sus pensamientos y esperanzas, confesándome sus vicios. De eso se trata.
Mi trabajo es como el de un chamán que va en busca de los antecesores para escuchar sus soluciones a los problemas urgentes de la sociedad o exigirles profecías para solucionar las necesidades del futuro.… Seguir leyendo »