La ramera virtuosa
Es precisamente en las situaciones límites, como la que acaba de vivir España, cuando de mayor ayuda puede resultar quien ya lo pensó todo antes de que sucediera. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a la media docena de catedráticos y profesores europeos que en nombre de la Fundación Toepfer y la Universidad de Tubinga me concedieron el Premio Montaigne en 2006. No sólo por proporcionarme aquellos 15 minutos de gloria warholiana durante los que mi pobre nombre quedó desigualmente asociado en el Teatro Real a predecesores de la talla de Laín, Espríu o Martín de Riquer, sino sobre todo por haberme empujado a adentrarme en los seductores predios del padre de todos los humanistas.… Seguir leyendo »