¿La sorpresa tunecina?
En 1987 un joven y dinámico primer ministro que había sido militar de carrera (alumno de la prestigiosa Academia Militar de Saint Cyr de Francia), agregado militar en Rabat y Madrid, embajador en Polonia y ministro del Interior, apartó del poder al presidente Habib Bourguiba, fundador del Túnez independiente, en una maniobra de palacio más que un verdadero golpe de Estado. Es curioso que cuando era aun coronel agregado militar, su ambición era dejar el Ejército y montar una compañía electrónica, puesto que Ben Ali es también ingeniero electrónico y, ya ven, llegó a presidente.
El legado de Papá Bourguiba, como le llamaban algunos tunecinos, era ciertamente notable: un país estable, con una creciente clase media, buena educación, sanidad pública razonablemente buena, espectacular para los estándares de los países en vías de desarrollo, y un código de familia y un catálogo de derechos de la mujer sin parangón en cualquier otra parte del mundo islámico.… Seguir leyendo »