Martes, 1 de enero de 2013

Hubo un tiempo, durante casi todo el siglo XIX, en que el único nacionalismo existente en España fue el débil nacionalismo español auspiciado por un Estado centralista que perdió progresivamente el respeto y el afecto de los ciudadanos, y que fracasó en sus objetivos fundamentales. La crisis del 98 impulsó la aparición de un tibio y ambiguo nacionalismo catalán que desvió el eje del debate político hacia los sentimientos y las emociones colectivas -tan subjetivas como manipulables- en detrimento de la nacionalidad política inspiradora de las alternativas descentralizadoras y federalistas, invariablemente rechazadas por un Estado español necesitado de reformas porque no funcionaba.…  Seguir leyendo »

La palabra «cínico» ha sufrido en España una curiosa derivación. De aquella caótica escuela griega de Antístenes, hemos pasado directamente a los mentirosos. Nosotros, que nos vanagloriábamos de no ser un país para cínicos, descubrimos ahora que lo que nos sobran son mentirosos. Deben de ser las paradojas de la evolución del lenguaje. O de que no nos da la gana llamar a las cosas por su nombre. Ni desenmascararlas.

Es hora de reflexionar con cierta dosis de autocrítica sobre cómo se representa en nuestros días el Estado y sus componentes. El Estado, que parece bien engrasado en terminología diplomática, pero que muestra no pocos fallos si hablamos en el idioma del sentido común.…  Seguir leyendo »