Voluntad ciudadana, ingeniería política
«El hombre más impío del mundo», el llamado en su tiempo «judío ateo», al que su obra Leibniz calificaba de horrible y espantosa, o no encontraba explicación a cómo un «hombre tan culto pudiera caer tan bajo»; ese hombre, Baruch Spinoza, verdadero padre de las bases de la modernidad que han inspirado los últimos tres siglos, decía, acertada y humildemente, en su Tratado Político: «Resulta, pues, que de todas las ciencias aplicadas, la política es aquella en que la teoría discrepa más de la práctica y nadie sería menos idóneo para regir una comunidad pública que los teóricos o filósofos». Esa primerísima afirmación no le impide arriesgarse a intentar –sabiendo que no «hay hombres sin defectos» y que los políticos se han inclinado a utilizar en ese mundo imperfecto más «el miedo que el razonamiento» y ahora más el halago que el análisis– definir «la doctrina que mejor puede coincidir con la práctica».… Seguir leyendo »