Apuntes de un buscador descreído
Una lúcida amiga mía, profesora de Psicología en una universidad norteamericana, me comentaba hace algún tiempo, con la brillante ironía que la caracteriza, que la mujer (no se soliviante nadie: el aserto podría seguramente aplicarse también a muchos hombres) es la única criatura capaz de creerse algo que le halague, aunque sepa que es mentira. En un remedo, casi me atrevería a afirmar -por supuesto, con el cariño que me caracteriza- que muchos esotéricos son seres capaces de creerse cualquier cosa que les estimule la fantasía, aún a costa de despreciar su imposibilidad racional. Al fin y al cabo, ¿a quién le importan las escasas, cortas, aburridas y desestimulantes certezas de la razón?… Seguir leyendo »