Dulce et decorum est pro patria mori
EL ascenso al Arapil grande es fatigoso para el que acarrea cierta carga de años y de sobrepeso, pero compensa sobradamente la contemplación del paisaje, la verde llanura brillando al sol, el transparente aire salmantino que resalta los azules celestes y los ocres del vecino Arapil chico.
En la cumbre, junto al monolito que conmemora la batalla en la que Wellington derrotó al ejército napoleónico, me emociona encontrar una pequeña guirnalda de amapolas de plástico. Para los ingleses la amapola es la flor que tributa la sangre de los héroes.
Sentado a la sombra del monolito, contemplando el austero y bello paisaje, recapacité.… Seguir leyendo »