Bajo la mancha
Mi liberada:
Una mañana de hace algunos años tuve una especie de visión trascendente, una fátima, mientras paseaba por la rue Jacob. Era mediodía, primavera, brillaba el sol en París y habíamos dejado de ser pobres y seguíamos siendo felices. Supe en aquel momento que no había habido ningún otro hombre que hubiera vivido con tanto conocimiento, con tanto placer y con tanta belleza. Encabezaba la Humanidad, sencillamente, con mis contemporáneos. Desde entonces llamo síndrome de Jacob a una especial configuración de las cosas, no por pasajera menos real y firme. El síndrome nada tiene que ver con ese de Stendhal, que por la belleza lleva al vahído y a la aniquilación.… Seguir leyendo »