
Cornadas entre bueyes
La comunidad artística no es la comunión de los santos. Ni la artística ni, en general, la “intelectual”. Lo constaté hace unos años, mientras preparaba un libro sobre el compromiso intelectual y, en el camino, exploré el peculiar ecosistema del arte. No recordaba mayores grados de inquina gremial desde la cenas entre familias en El Padrino. No me sorprendió. Se correspondía con mi conjetura: la ausencia de criterios compartidos de calidad, aceptados y reconocidos por todos (esos que, mal que bien, operan en la mejor ciencia) propiciaría --además de la fragilidad psicológica de los artistas, quienes, carentes de tribunales fiables con los que tasar sus quehaceres, acababan por entregarse a su ego o a su corte para afirmarse en el oficio-- la mala baba y el cainismo entre colegas, con particular dedicación a quienes ocupan posiciones que otros creen merecer.… Seguir leyendo »