
Con la cabeza en la boca del tigre
Cuando se agotan los hechos, nacen las palabras, sentenció en 1835 en uno de sus memorables artículos aquel "curioso impertinente" -bendita impertinencia la suya- que fue Mariano José de Larra. De la misma manera que hay épocas de hombres y de hechos, entendía que la suya era la época de las palabras. Pronto advirtió, empero, que éstas se empleaban para edificar una nueva Babel: "El lobo los comía, y en lugar de comerse ellos al lobo, se comieron unos a otros".
A esa confusión contribuían tanto las palabras de dos caras, bifrontes y ambiláteras, a las que se podía dar un sentido o su contrario, según se precisara y conviniera, como aquellas otras que se dejan guiar cual palo de ciego: "Da ciento en la herradura y ninguna en el clavo".… Seguir leyendo »