
Soy sudaca
Soy sudaca. Lo soy y, como decía mi abuela Rosita, a mucha honra. Pero hay quienes nos dicen sudacas como insulto; el error es tomarlo como tal. Escandalizarse, atrincherarse, reclamar que se callen o los callen. Por suerte no hay manera eficiente de callar a nadie; nunca la hubo y ahora, en tiempos de multiplicación infinita de la palabra, menos todavía. Lo único que vale es hacer judo.
La llave es vieja como el mundo. Recuerdo por ejemplo a los miembros de una pequeña secta palestina con ínfulas de grandeza. Aspiraban a más pero, en aquel imperio, los pocos que los conocían los llamaban, despectivos, con el nombre de su fundador, un tal Chrestus, un judío sin historia.… Seguir leyendo »